Es difícil escoger el momento adecuado para retornar al escenario. Uno tiene que estar seguro de que no se convertirá en una caricatura de un fastuoso pasado: Esto no es un concierto de Led Zepellin.
Reforma cuenta con más tráfico de lo normal y se percibe un ir y venir en las escalinatas del Auditorio Nacional. La emoción caldea la piel. Oficinistas trajeados y con pelo engominado, papás con chaqueta de cuero que llevan a sus hijos de la mano y parejas que comparten la misma pasión confluyen en las gradas con el único afán de ver a su ídolo.
A primera vista Robert Plant parece un ser tímido que se quedará parado,con movimientos de manos como director de orquesta durante todo el concierto. Los acordes de la espectral “Tin Pan Valley” van en crecimiento y hacen que la leyenda cambie sus intenciones y empiece a disfrutar lo que esta haciendo en el escenario. La carrera solista de los rizos pelirrojos más famosos del mundo es muy polifacética, y su banda Sensational Space Shifters la amplifica con el uso de exóticos instrumentos como el ritti y el kolongo: violín y banjo africano respectivamente.
El sonido de rock progresivo de “The Enchanter” , la melancólica “All the King's Horses”, donde la voz de Plant cala hasta los huesos y el cover de ritmo electrónico y cadencioso “Spoonful” de Howlin' Wolf fueron del agrado del público, que, a pesar de no conocerlas, meneo la cabeza y vitoreó sin control.
La prueba de fuego surgió cuando recordó sus mejores épocas y tocó canciones de Led Zepellin. Canciones centauricas que combinaron ritmos del mundo con el presente recuerdo de Page, Jones y el extrañado Bonham. “Black Dog” tuvo una selvática interpretación donde la voz de Plant se mezcló con tambores africanos y los desafinados gritos de los presentes que mimetizan la tonada. Mientras que “Whole Lotta Love” entró con un ritmo de afrobeat, y terminó con un final que estremeció al respetable, por medio de la alta tesitura de Plant y el sonido de campiña que se apoltronaba en el ritti. Momentos surreales que se quedarán grabados en el disco duro de la memoria.
Por otro lado, “Going to California” fue la canción que se quedó en su forma más original y Plant demostró que su capacidad vocal se mantiene intacta. Antes de despedirse embozó estas palabras: “A veces amas cantar. A veces amas una canción, pero la misma te amarra. Esto es un clásico con nueva ropa ” y tocó “Rock & Roll ” que permitió realizar un viaje a la década de los sesenta y el público perdió la compostura intentado bailar el incesante ritmo que imperaba.
No importa si los espectadores amaron las nuevas versiones o salieron echando espuma por la boca al sentirse engañados por su héroe; todos presenciaron historia y recordarán este día con especial cariño.