[Reseña] Julian Lynch- Lines

Por Eduardo Díaz 

Julian Lynch cuenta que su música tiene esa vibra silenciosa y soporífera debido a que muchas veces, cuando solía grabar en su apartamento, tenía que cantar y tocar a muy bajos volúmenes para que sus vecinos no se molestaran. Esta amabilidad musical ha dado pie, de alguna u otra manera, a que sus ejercicios sonoros esculpan interesantemente una visión única.

Pero quizá esa conclusión se quede muy por debajo de lo que Lynch pueda ofrecer musicalmente. Su estilo se ha formalizado a través de una larga tira de cassettes, siete pulgadas de vinilo y 4 LP's: un inteligente folk experimental que se mantiene en un constante vaivén entre géneros sin perder su unicidad. La más reciente entrega del originario de Nueva Jersey y ahora Doctor en Etnomusicología, Lines (Underwater Peoples, 2013) es una confirmación de lo que ha venido haciendo con sus trabajos anteriores.

 

Las entregas anteriores de Lynch han manifestado una constante: Pareciera que la multiplicidad que teje la trama de su sonido es tan sólo un complemento, un telar que sostiene su esencia. Lo interesante al escuchar (al igual que sus trabajos anteriores) son la organicidad con la que varios elementos toman posesión de la melodía, la juegan o entremezclan y desaparecen intermitentemente: del ambicioso discurso del post-rock, la intuición de Jerry Garcia,  la improvisación libre de Roscoe Mitchell, el sax de Pharoah Sanders, los cantos rituales hindustani a los imponentes scores de Akira Ifukube, entre muchos otros. Y aún sobre todo ese río de referencias es posible que Lynch encuentre su voz y transmita algo. En otras palabras, la música de Lynch es un canto humilde y nostálgico que, sin quererlo, vio nacer un sonido propio, un gran universo complejo donde múltiples voces entran en contacto y dentro de ese juego se instala una nueva ruta.  En esto, más allá de cuestiones de producción y fidelidad, el sonido de Lynch sigue siendo casero: una exploración íntima y sincera de un imaginario profundo.

Más allá de la posibilidad de estas ideas, el trabajo sonoro de Lynch se encuentra en el margen  de lo oscuro y lo comprensible, del experimento y el estribillo. Y para esta manutención, Lynch es demasiado astuto como para dejar que su sonido se le escape de las manos: la preparación y meditación de cada una de las progresiones es fina y elegante, la puntual adecuación de la estructura melódica con el mantra del track y la delicadeza con la que el tejido instrumental y rítmico están conformados da paso a que cada canción sea un territorio completamente nuevo y explorable. Esta higiene musical explica por qué Lines no se separa demasiado del universo de Terra o de Orange You Glad. No hay vueltas equivocadas ni terrenos equívocos. Lynch no arriesga más que diferencias o separaciones, lo que a Lynch le preocupa son perfecciones.

Dentro de todo esto, Lines no es un reto ni una confrontación, no es una afrenta como alguna vez los fueron todos los géneros que lo sostienen, al contrario, Lines funciona mejor si se le toma como una ofrenda: un regalo que no espera agradecimientos. Folk music en el más puro de sus sentidos.

Red Bull Panamérika No.240 – …se llama María

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