Por: J.P. AlvarezFotografía: Jaciel Cruz/Barak Torres
La Feria Internacional del Libro de Oaxaca (FILO) es llegar y encontrar el zócalo invadido por carpas que guardan libros, un foro para presentaciones, comida, mezcal y música, música por todas partes. Una big band ameniza la mañana en el kiosco, mientras que los grupos de flauta andina llegarán más tarde, ya hay algunas parejas de guitarristas por ahí. Ninguno de ellos está en el programa de la Feria, forman parte del entorno cultural de Oaxaca.
No, no están todas las editoriales, de hecho están más presentes las distribuidoras o librerías locales. Tampoco tiene el tamaño monstruoso de la FIL Guadalajara, ni vienen de golpe los más grandes escritores contemporáneos y el poeta Julio Trujillo dijo, mientras se tomaba una “pantera rosa” en la cantina “El salón de la fama”, que quizá le sobran dos días a la Feria para que quede en su punto. El director general de la FILO y editor de Almadía, Guillermo Quijas, asintió, estaba de acuerdo. Sin embargo todo aquí parecen disfrutarla, poetas, novelistas y periodistas asisten con gusto a las presentaciones de sus colegas, la gente se entusiasma con las lecturas en voz alta y muchos niños con sus uniformes escolares corren y recorren los pasillos de la Feria.
La FILO es haber escuchado a Michael Nyman, y observar como, tras acabar cada hoja de la partitura la toma con dos de sus dedos y la eleva por los aires con displicencia, casi con exquisitez. A todos en el teatro Macedonio Alcalá nos entusiasma la personalidad y agudeza del compositor y pianista
La FILO es sentarse a comer con el escritor Leonardo da Jandra y el periodista Diego Enrique Osorno y escuchar y escuchar porque uno no puede creer la cantidad de datos culturales y políticos que manejan, los lugares en dónde han estado, las playas recónditas que conocen. Y, de pronto, que aparezca el productor Epigmenio Ibarra y uno tenga que seguir escuchando.
La FILO son las historias que cuenta el escritor Jorge F. Hernández a la hora de la comida. Como la vez que Octavio Paz se enteró que Hernández solía imitarlo, lo mandó llamar y le dijo: “Ya me enteré que usted me imita. Evítelo. No es gracioso. No es original y es desagradable. Evítelo”. Y, cuenta Jorge, que se quedó con ganas de decirle: “¿¡Cómo quieres que sea original si te estoy imitando cabrón!?”
La FILO son historias. Es encontrarse por ahí al poeta Luis Felipe Fabre o al novelista Elmer Mendoza presentando su novela “Nombre de Perro” o a Yayo, de Paté de Fuá, acompañando a la periodista argentina Mónica Maristain a presentar un libro de testimonios sobre Roberto Bolaño.
Más o mucho más que eso es la FILO, un espacio de cultura, música, literatura, poesía y mezcal “Pierde almas”, que comenzó el 1º de noviembre con un homenaje a José Emilio Pacheco y termina el domingo 11 con una lectura masiva de Batallas en el desierto. Y, si hay suerte, les estaremos dejando por aquí algunos testimonios de los participantes de esta Feria. Si el mezcal “Pierde almas” nos lo permite.