Natalia Lafourcade
Mujer Divina
(Sony, 2012)
Un largo camino como productora, música y cantante recorrió Natalia Lafourcade desde su último disco hasta este. Sólo ella sabrá qué tan hondo tuvo que cavar en sí misma para reconfigurar y madurar sus ambiciones musicales y salir a la superficie con este nuevo álbum: una revisión nostálgica, tierna, y endulzante por las composiciones de uno de los más grandes maestros de la canción mexicana, Agustín Lara.
A la fecha del lanzamiento de su álbum, ha declarado que en este proceso aprendió mucho a nivel personal, y es creíble pues habla desde una perspectiva muy elegante sobre la mujer… algo tuvo que haber coleccionado y aprendido del Flaco de Oro y de la pasión en sus composiciones. Podemos especular sobre el camino que ha labrado para cosechar los frutos de su trabajo, la dedicación que se ha impuesto Natalia para desafanarse de la imagen que el público tiene de ella, la ha llevado notoriamente a refinarse como pocos. Mujer Divina, su nuevo álbum, no sólo presenta a una mujer madura, sino a una arreglista sui generis, una mujer que ha intelectualizado e incorporado un estilo musical absolutamente conmovedor. Natalia no es, ni cercanamente, la misma de hace 12 años y aquella madurez brota en cada colaboración que compone su disco: desde haber trabajado con Gilberto Gil o Miguel Bosé hasta Devendra Banhart, Kevin Johansen o Jorge Drexler, Vicentico, Meme de Café Tacvba o Adrían Dárgelos.
Muchas de ellas resultan atinadísimas, pero otras la verdad es que no tanto: realmente se hubiera agradecido escuchar más de la cándida voz de Natalia en “Piensa en mí” porque al momento que sale Vicentico, la cosa se pone un poco matapasiones. Pero el difícil trago se compensa con extraordinarias actualizaciones como la versión de “Amor, amor de Mis amores” junto con Devendra Banhart, “La Fugitiva” con Kevin Johansen, o “Farolito” con Gilberto Gil.
A final de cuentas, bajo un velo multigenérico y multi-instrumental –hilvanado por una inquietud pop, del jazz pop– Natalia no sólo comenzó una justa recuperación de las raíces de la canción mexicana, sino que confeccionó un disco transgeneracional, que tanto pueden disfrutar las abuelas y las madres que crecieron con las canciones de Agustín Lara, como las hijas que ahora podrán descubrir grandes romanceros mexicanos desde una mirada más cercana.