Londres es una ciudad adictiva. La vibrante vida que contagia, el ritmo que se convierte en una contante, las personas -aparentemente frías- que resultan amables en el momento en el que sale el sol; son factores que convierten a la capital británica no sólo en un destino turístico, sino en un anhelo para millones de personas. No es gratuita la cantidad de música que ha salido de la isla y su capital, mucho menos la imaginería icónica que la envuelve. Desde el Big Ben hasta los double deckers que ilustran las coberturas de los medios de todo el mundo y que llegan en forma de souvenir a cada tienda en la esquina, esta ciudad tiene una magia insuperable. Si a todo ello le sumamos que el mundo entero viajó para celebrar el evento deportivo más relevante del orbe, la ciudad estalla. A eso nos hemos enfrentado durante las pocas horas que llevamos aquí. A una ciudad llena de historias que contar. A una capital digna de una justa olímpica. A pesar de que la comida no es su fuerte, los británicos hacen la diferencia en los pequeños detalles. Tal es el caso de Jamie Oliver, chef superestrella cómplice de la epidemia de cocineros-conductores de TV. Además de sus restaurantes de alta cocina, el británico tiene una cadena de lugares casuales: Union Jacks. El menú del lugar confronta la fría y aburrida cocina británica con la fusión, ofreciendo un viaje gastronómica para los comensales. Como el nombre lo referencia, retoma lo más puro de la gastronomía británica, pero con un toque internacional innegable. Una pizza que en realidad es un pay de mariscos; o pescado frito en salsa de cebollinos. #ViscosoPeroSabroso
Una de las principales atracciones de la ciudad, sobre todo para los turistas fáciles de atrapar, es el London Eye: una rueda de la fortuna que sirve para ver la ciudad, claro... cuando no se está cayendo el cielo. Afortunadamente tuvimos un buen día en Londres. Esta fue nuestra aventura ahí.
La ciudad no descansa de los Juegos Olímpicos. Cada restaurante, pub o establecimiento tiene a la BBC conectada todo el día. Se escuchan porras a lo lejos cada que GB gana una medalla. Se ven banderas por todos lados, no sólo con la ya mentada bandera de la unión, sino con todos los países. Los holandeses se hacen notar, vestidos de naranja ch%ngamelapupil@, los búlgaros usan su bandera como capa y los mexicanos dejan ver que el fútbol es realmente lo que nos interesa de esta competencia. No hay lugar para todos los entusiastas de los juegos en los estadios, por lo que las autoridades londinenses aprovecharon el parque público de Hyde para hacer London Live. Una suerte de Lollapalooza pero olímpica: OlympicPalooza. En el parque, que sirve de foro para conciertos, lugar de recreación y deportes, instalaron pantallas gigantes para que todos pudieran apreciar los deportes en el espacio público. A eso, agregaron a bandas (hoy tocaba Saint Etienne) para hacer un festival olímpico.
Esto fue parte de lo que vimos.
Es tarde en Londres, y esto apenas comienza. Mañana más anécdotas que me servirán más a mí cuando esté senil y quiera recordar que visité unos Juegos Olímpicos, que a ustedes. Ojalá lo hayan disfrutado como yo.