La hazaña alucinante de The Chemical Brothers
La logística falló en el Corona Capital 18. Los temores de muchos fueron confirmados: el escenario Corona Light fue demasiado pequeño para The Chemical Brothers, legendario dúo de big beat que engalanó una vez más la CDMX con sus chonchos breakbeats, pegajosos sintetizadores y más que alucinantes visuales. Un escenario excedido en sus capacidades y con todo el público apretado, no fue el mejor ambiente para ver a uno de los actos más importantes de la noche. Aún con esto, probablemente ningún otro artista logró la conexión que ellos lograron.
Comenzando la noche con una versión remixeada de “Go”, el baile (o lo que se podía hacer dadas las condiciones de sobrepoblación) no cesó en ningún momento. Mezclando trancazo sónico tras trancazo sónico, The Chemical Brothers demostraron que los noventa habrán sido hace mucho tiempo, pero que indudablemente siguen vivos. Prueba de esto fue cuando sonó su hit más grande “Hey Boy Hey Girl”: la audiencia perdió el control, un slam inmenso se consolidó frente al escenario, mientras por los aires volaban vasos con cerveza y la gente gritaba estruendosamente. Por la naturaleza del acto electrónico, las rolas debían fundirse entre sí con singular gracia. Es por eso que en un inicio, “Do it Again” se mezcló bien con su reciente sencillo “Free Yourself” y a lo largo de la noche pudieron escucharse vistazos y sonidos de otras canciones, como sucedió con “Music: Response”.
The Chemical Brothers es prueba de la profunda emotividad que engloban ciertos actos electrónicos. Evocan al desenfreno, pero este desahogo es de corte hasta religioso. Se propaga profundamente entre los asistentes y todos quedan conmovidos (y bailados) a un nivel casi primitivo. Ningún otro artista generó con el público un vínculo tan visceral como Tom Rowlands y Ed Simmons. Quien diga lo contrario, simplemente no estuvo ahí.