Muchos opinan que la afición de Pumas es intermitente. Que mientras el equipo anda mal la playera está en el fondo del cajón. Pero esta tarde asistieron más de 23,000 personas al Estadio Olímpico Universitario, muestra de que están presentes y apoyan con todo al Club Universidad Nacional, a pesar de su mal paso durante el Apertura 2014. Al inicio del encuentro entre los equipos universitarios, la tribuna y la cancha eran dominadas por los Tigres. A pesar de ser minoría, los Libres y Locos hicieron sonar sus cánticos por todo el estadio. Al igual que en la tribuna, parecía que los visitantes serían conductores de las acciones del partido, pero su intensidad fue disminuyendo y cedieron el control a los locales.
Pasados 20 minutos después del pitido inicial, la asistencia aumentó y la Goya se escuchaba cada vez más fuerte mientras Pumas se hacía de la posesión del balón. Al 34’, después de una gran jugada, Ismael Sosa asistió a Dante López, quien, de cabeza, rompió el cero en el marcador. Llegó entonces el momento más bello del fútbol, aquel que sólo se hace posible con la complicidad entre jugadores y aficionados unidos en un solo grito: “¡GOL!”. Para bien de la afición local, cuatro minutos antes de ir al descanso, Sosa anotó el segundo para el equipo capitalino. Una vez que el árbitro pitó el final del primer tiempo, los jugadores fueron despedidos con aplausos y una Goya más.
En la segunda mitad parecía ser cuestión tranquilizar la intensidad del juego para que Pumas, después de casi cinco meses de no ganar como local (última vez 20 de abril de 2014), obtuviera la ansiada victoria en C.U. Justo por eso es que se dice que el 2-0 es el marcador más engañoso: hace creer que todo está resuelto sin estarlo.
A partir del minuto 57, el “Tuca” Ferretti dio entrada a Gerardo Lugo y Jorge Torres Nilo. La movida le confirió resultados: los neoleoneses recuperaron el balón y se convirtieron en gobernadores del partido. Al 71’ los Tigres redujeron su desventaja con un golazo de Jesús Dueñas. Poco más de 25 minutos de buen juego le bastaron a los de la Autónoma de Nuevo León para ejercer presión sobre los dirigidos por Guillermo Vázquez Jr. Quince minutos después, faltando muy poco tiempo para el final, Eduardo Galván pitó un penal a favor de los visitantes. La gente abucheó en clara desaprobación ante la polémica decisión del árbitro central. El tiro de Juninho empató el marcador y enmudeció a los aficionados locales y brindó alegría a los Libres y Locos que viajaron a la capital.
Al terminar el partido se escucharon chiflidos dirigidos al árbitro, seguidos de una última Goya, que sonó consciente de la derrota, pero esperanzada. El fútbol es la regeneración semanal de la esperanza; no importa qué tan oscuro esté el cielo, siempre habrá un motivo, quizá irracional, para creer. Es una lástima que los aficionados de Universidad Nacional aún no puedan presumir tanto de su equipo como éste de ellos.