Benjamin Biolay nace en 1973 en una localidad cerca de Lyon. Su padre, clarinetista amateur, inculca a Benjamin y sus dos hermanas un temprano amor por la música clásica.
Su precoz formación le permitirá integrarse al conservatorio de Lyon, donde su dedicación al trombón le vale dos premios nacionales en 1990. El mismo año aprende a tocar la guitarra simplemente viendo MTV. Opta entonces por este instrumento y por la música pop como caballos de batalla. El trombón y la música clásica quedan atrás para dar pie a una primera maqueta pop en 1992. Sin embargo, años después, Benjamin dedicará un sentido tema a su abandonado instrumento, “Soixante douze trombones avant la parade”.
Con Mateo Gallion, su primera agrupación, graba un disco en 1994, un álbum en vivo que no da ningún resultado concreto. Pasarán dos años antes de que el joven compositor firme un contrato como solista en EMI y grabe su primer sencillo’, “La revolution”, que no recibirá demasiado eco. En el 97 emprende otro proyecto con el grupo lyonés “L’affaire Louis Trio”. Escribe inmediatamente después un álbum solo que no verá la luz y graba otro 45’ en el 98’, “Le jour viendra”, pero el éxito se hace esperar. Estas primeras grabaciones y colaboraciones hacen que Benjamin se familiarice con el funcionamiento del estudio, perfeccione su estilo y se abra a otras posibilidades creativas.
El reverso de fortuna llegará en 1999, cuando conoce a una joven compositora también firmada por EMI: Keren Ann está trabajando en su primer disco y la participación activa de Benjamin en el mismo sellará una amistad que resultará más que fecunda.
Casi de inmediato, un monstruo sagrado de la canción francesa, Henry Salvador, invita al recién conformado dúo a participar en su nueva producción “Chambre avec vue”, álbum que llega al número uno en el 2000 con ventas sin precedentes.
A pesar de este gran éxito, sólo la figura de Keren Ann atrae de momento a los medios, mientras Benjamin permanece en la sombra. Sin embargo, otros artistas reconocen el talento de Biolay y solicitan frecuentemente su colaboración. Escribe entonces “Ne dis rien” para Bambou y Lulú, última mujer e hijo, respectivamente, de Serge Gainsbourg. El camino y el símbolo están definidos: Benjamin es un fan incondiconal de Gainsbourg y está dispuesto a seguir sus pasos. Sendas colaboraciones con féminas consagradas y principantes marcarán el resto de su carrera: Judith Godreche, Françoise Hardy y la española Christina Rosenvinge lo acompañarán en duetos que constituyen un auténtico delicatessen sonoro.
Finalmente, en el 2001 aparece en Virgin su primer álbum solista Rose Kennedy, producción conceptual que toma como leitmotif a la célebre y malograda familia Kennedy. Aplaudido por la crítica, Benjamin es por fin reconocido como un personaje fundamental en el panorama musical francés. Este primer álbum deja sentir al público un “savoir faire” y una escritura tan madura que si bien muestra una fuerte influencia de Gainsbourg, permite que aflore su propia identidad: un reconocible sonido melancólico, grácil, pleno de gratísimos descubrimientos melódicos.
Tras componer y producir el disco de su hermana Coralie Clément, el 12 de noviembre del 2002, Benjamin sube por primera vez al escenario del mítico Olympia en el festival de la famosa revista francesa Les Inrockuptibles. Su segundo álbum Negatif consolida su éxito mientras que las colaboraciones no dejan de encadenarse una tras otra. Su matrimonio con Chiara Mastroianni produce dos vástagos, su pequeña Anne y un disco compuesto a cuatro manos que festejaría su corta unión, Home. Con arreglos menos trabajados, deja a las bellas melodías todo el peso de una producción evocativa de los 70’. El mismo año, 2004, marca la incursión de Biolay en un género que ya no abandonará y en el que en los últimos años ha resultado especialmente prolífico, casi imparable. Como compositor de bandas sonoras, Benjamin se estrena con el filme filme Clara et moi.
Su álbum L’origine, aunque bien recibido por la crítica, no contiene ningún éxito comparable al de “Chaise á Tokyo” o al que abrirá su siguiente álbum, el que le vale la consagración. Trash ye yé, es el recuento catártico de su rompimiento con la Mastroianni y se queda a poco de ser una obra maestra del amour fou.
Su chef d’oeuvre, esto es, su auténtica obra maestra no se hace esperar. En el 2009, aparece La Superbe. Todo un tour de force que abarca dos Cd’s. Un dilatado pero intenso recorrido por los distintos registros del inclasificable Biolay. De la new wave, al post rock pasando por la chanson más tradicional y por una suerte de hip hop sutil. Un opus en el que las referencias crono y topológicas son poesía pura desde el enhebrado de sus títulos:
“Les lendemains qui chantent”, “La dernière heure du dernier jour”, “Nuits blanches”…etc. Y como más reciente adición a este nutrido decurso musical y vital, Benjamin nos regala Pour quoi tu pleures? Banda sonora que acompaña al filme del mismo título dirigido por Katia Lewkowicz. Su tema “L’amour à mes pieds”, puede ser leído como toda una declaración de principios…
Benjamin Biolay en Saperlipopette!