Texto por Miguel Valdivia
Mi relación con Morelia ha sido de amor/odio. El cartel es muy bueno, pero lo es tanto que desde el día uno tienes que sacrificar unas funciones por otras, y entiendo que así son los festivales, pero como no estoy acostumbrado voy a seguir enojándome hasta que lo haga.
Éste, mi sexto día en el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) vi de lo mejor que he visto en la semana, y sin duda lo peor también; pero como estoy tratando de adoptar la filosofía de únicamente hablar del cine que lo merece, es lo que voy a hacer.
I Hate Love es una película rosa y cursi, con gatitos, corazoncitos, moñitos y lo que ustedes quieran, pero ojalá más películas de amor fueran como ésta, una cinta tratada con mucho cuidado, donde se nota que estuvo pensada detenidamente. Después de un accidente que lo deja sordo, un adolescente mexicano conoce a una gringa deprimida, dando como resultado casi exactamente lo que esperamos que pase, pero gracias a su tono y a la sinceridad del director Humberto Hinojosa al querer hablar del amor sin pretensión alguna y sumándole un soundtrack muy bueno, hacen de ésta mi película favorita hasta el día de hoy para que gane la competencia de largometraje mexicano.
Por fin pude ver la tan esperada obra de Paul Thomas Anderson, The Master, una obra que demuestra una madurez en la narrativa visual que para mi gusto es casi perfecta. El tono es el indicado, así como el ritmo y de las actuaciones podría hablar por horas, son excepcionales. Mi problema es que no es una película entrañable como para mí lo ha sido parte de la obra de Anderson, y aunque Philip Seymour Hoffman, Joaquin Phoenix y Amy Adams dejan todo en la pantalla, los personajes no llegan a conectar ya que es difícil preocuparte por lo que les está pasando. El final se extiende demasiado y en general sufrí de una pequeña decepción. Estoy empezando a creer que lo que pasa es que quiero conceptualizar una obra que en realidad no es más que una historia bastante simple, pero tampoco sé si lo hago porque sería el último intento que estoy haciendo para convencerme de que The Master es tan fina como There Will be Blood o Magnolia.
Benh Zeitlin no ganó la Cámara de Oro en Cannes y el Gran Premio del Jurado en Sundance por nada, y es que Beasts of the Southern Wild es tan pura, sencilla y poética que se puede resumir en una sola palabra: hermosa. No tienes opción, te enamoras de los personajes porque es imposible no hacerlo. Visualmente te sumerge en un mundo que camina entre la fantasía y la realidad, un universo creado por la mente de Hushpuppy, la protagonista de 6 años, y las imágenes que nos presentan son espectaculares. De tan sólo recordar los 90 minutos en los que me di el regalo de contemplar esta obra de arte se me pone china la piel. No encuentro las palabras para describir todo lo que sentí al verla, pero lo que puedo decir es que películas como Beasts of the Southern Wild” me hacen recordar el porqué de tener la pretensión de dedicarle mi vida al cine, es una de las decisiones más sabias que he tomado.
Ya empieza a acercarse el fin de esta semana tan buena en el Festival Internacional de Cine de Morelia, pero esto no se acaba hasta que se acaba.