La conversación con el escritor colombiano Santiago Gamboa duró aproximadamente media hora. Sin embargo, su claridad mental, su inteligencia y su curiosidad (que parece no tener fin) nos llevaron por temas desde la Colombia de Álvaro Uribe hasta la novela negra latinoamericana. “En América Latina, lo que es negro es la realidad”, comentó al respecto. El pretexto era Plegarias nocturnas, su más reciente novela, en la que Santiago narra cómo un cónsul colombiano se entera de la historia de Manuel Manrique y su hermana, de su deseo escapar de una Colombia que odian, de una familia asfixiante y de una vida que detestan. El cónsul tratará de reunirlos antes de que Manuel sea sentenciado a muerte en una prisión de Bangkok. Aunque la trama suena a un thriller, ésta es una historia de amor, como le confiesa el propio Manuel al cónsul.
Vaya pues esta versión muy reducida (pero reveladora) de la entrevista con Santiago Gamboa.
¿De dónde proviene la trama de este libro?
A mí me gustan mucho los temas clásicos y éste es uno de los más clásicos que hay: Dos personas quieren estar juntas y muchas cosas se interponen; pero mi novela tiene la particularidad de no retratar a una pareja con una relación, sino a dos hermanos. No hay trasfondo de incesto ni mucho menos, solamente dos hermanos que quieren escapar juntos a un lugar donde puedan ser felices, pero sobre todo escapar de esa ciudad y de esa casa donde pasaron su infancia, donde fueron maltratados por la vida y por una cierta infelicidad permanente.
Los tres personajes principales de la novela son colombianos, pero colombianos errantes ¿por qué?
Eso es una trasposición de mi propia vida. He vivido en cinco países y he viajado más o menos por 70. Además, el viaje para mí está muy relacionado con la creación literaria. Ser escritor en el fondo es inventarse un tipo de escritor que no existe. Entonces, para el tipo de escritor que yo me inventé el viaje es fundamental. Trato de mirar los elementos de mi propia vida a través de otros personajes, para darles vida, para interrogarlos y para encontrar algunas respuestas. Escribo para que haya una interrogación general sobre la vida.
¿Qué significa para ti la época de Álvaro Uribe, que en la novela sale muy mal parada?
Creo que fue una especie de transición para Colombia. En la época de Uribe se llegó a la exacerbación total de la violencia y eso hace que, ahora, la gran mayoría de la población esté apoyando un proceso de paz. Uribe le dio más seguridad a Colombia, de eso no hay duda, pero ¿qué seguridad le dio y a qué costo? Era básicamente una seguridad mafiosa, porque estaba basada en los paramilitares. Es un costo que, probablemente, hoy la sociedad colombiana no estaría dispuesta a volver a pagar.
Con libros como éste, o El ruido de las cosas al caer de tu compatriota Juan Gabriel Vázquez, parece haber un rescate de ciertos temas violentos de Colombia pero buscando abordarlos desde un ángulo diferente, ¿era parte de tu intención al escribir la novela?
Sí, por supuesto. Las formas cambian pero los contenidos casi se repiten. No había novelas como El ruido de las cosas al caer, pero sí había otras que hablaban de narcotráfico desde distintos ángulos. Yo siempre busco una forma de novela en la que el que cuenta la historia sea una voz potente que esté en contacto con otras voces, lo que recibe el lector no es la síntesis hecha por un narrador, sino esas voces directamente. Así trato de crear una mirada literaria que sea mía. Lo mismo pasa con Juan Gabriel Vázquez, su mirada es totalmente distinta porque es una generación nueva que no producía todavía una novela sobre el narcotráfico, es la mirada de una generación a través de él.
Y ambos libros tiene en común que no hablan de los temas violentos de forma directa. Juan Gabriel hace una novela del narcotráfico a partir de la población colombiana que sufre por el narco. Tú no escribes sobre los paramilitares retratandolos, sino a través de otros personajes de la sociedad colombiana.
En mi caso el paramilitarismo o incluso el narcotráfico, no forman parte directa del argumento, pero queda una especie de aroma. El monstruo no está pero sí está lo monstruoso. Lo mismo pasa en El ruido de las cosas al caer. Sí, es una mirada un poco distante pero que tiene que ver con una generación en la que los grandes anti-héroes, como Pablo Escobar, ya no están.
Pero hay una constante preocupación por los desaparecidos durante la época en que gobernó Uribe…
¡Exacto! Ahí está la monstruosidad, ahí está lo monstruoso. Colombia es un país latinoamericano y América Latina es un continente que todavía está sacando huesos y dándoles nombre. Colombia es un país muy bonito, pero si levantas la alfombra lo que hay es una fosa común.
Me parece que hay tres cosas a las que los personajes de la novela se aferran para no perder la razón. La primera es la cultura.
La cultura es una de las formas que tiene el ser humano para acercarse a la espiritualidad. Mis personajes no son religiosos a pesar de que mi libro se llama Plegarias nocturnas y yo tampoco lo soy. La forma en que yo vivo la espiritualidad es a través de la filosofía, de la literatura, de la música y del arte. Ese también es un camino de salvación y, por lo tanto, es el que tienen mis personajes.
El segundo de estos asideros es la imaginación.
Las novelas son memoria e imaginación. Memoria para conocer y para recordar lo que son las cosas e imaginación para ponerlas en acción. La imaginación es una especie de puesta en escena de la memoria, porque la memoria es la que te permite comprender o saber cuál es tu relación con las cosas. La memoria es lo que busca el cónsul en ese otro tiempo futuro para reconstruir la historia de los hermanos.
Finalmente, el amor.
El amor, en este caso, es para salvarse. La salvación ocurre a través del amor. El amor de dos hermanos por querer estar juntos. El amor que el cónsul ve en ellos y que lo conmueve. El amor que los personajes no recibieron de niños. Ser escritor te obliga a ponerte cada a cara con el toro del pasado, con todos esos infinitos obstáculos que tiene la vida y que entorpecen tu deseo de ser feliz. Con los años te das cuenta que vivir es eso, vivir es la relación que tienes con los obstáculos que la vida te va poniendo delante. Entonces el amor es una forma de seguir creyendo en algo. La gente que cree se pasa la vida amando a alguien que no han visto nunca y que no verán nunca, pero eso les ayuda a seguir adelante.
Santiago Gamboa, Plegarias nocturna, Random House Mondadori, 2012, 288 pp.