Por @lalodiazvalerio
“I can’t believe I’m the only person who ever thought of this//No puedo creer que soy la única persona que ha pensado esto", dijo hace unos meses Kevin Shields en una entrevista para Pitchfork, recordando el sonido de My Bloody Valentine en sus primeros años.
La aparente ingenuidad en la sorpresa de Shields podría fácilmente pasar por soberbia (Al igual que cuando Kanye West se llama el nuevo mesías o el Tupac de la moda) En un mundo en donde el concepto de originalidad es más un póster desgastado que una bandera ondulante, la afirmación de Shields resulta ofensiva pero a la vez no podría sonar más acertada. Después de una serie interminable de rumores, controversias y decepciones, este año Shields se animó a sacar nueve canciones que dan vida a un álbum que con un dejo de humildad (o soberbia) se titula m b v. El guitarrista y leyenda adolescente escocés le recuerda a todo mundo que a la fecha nadie hace shoegaze como él.
http://youtu.be/rBKjhgHGVZs
Shields tiene una manera muy particular de mirar el amor. Sus canciones siempre aluden a una experiencia casi metafísica (“I can’t see it but I can’t feel it”, “Please, loose yourself in me”, “(When You Wake) You're Still In A Dream”) en donde la sensación tanto de enamoramiento como de deseo son fenómenos placenteros y enfermizos a la vez, narcóticos intensamente adictivos que terminan por paralizar el cuerpo pero que no dejan que la mente se desconecte. Gran parte de la magia de mbv es su capacidad para transmitir desde que inicia esa sensación analgésica de vacío y éxtasis. Los nombres de las canciones son frases incompletas (“she found now”, “is this and yes”, “nothing is”) o evocan una sensación de incompletitud (“if i am”, “only tomorrow”) como si gracias a la saturación sensorial, la memoria fuera incapaz de registrar lo que sucede a su alrededor.
En términos de sonido, mbv encuentra a Shields trabajando sobre los límites que planteó en Loveless. Todo lo que la banda construyó en términos sonoros está presente aquí y cualquiera que esperara un avance radical terminaría poco más que decepcionado. Están presentes los muros de fuzz cristalino, las percusiones optimistas estilo Madchester y las melodías embriagantes que rodean al álbum de esa sensación única de éxtasis abrumador. Sólo que si mbv funciona como una secuela, el núcleo de la trama sería mucho más intenso, un poco más oscuro y definitivamente mucho más hermético. Hay discos que están hechos para escucharse en una pista de baile, en un estadio o en un cuarto lleno de amigos, m b v exige ser una experiencia personal y un encuentro íntimo.
La aparente soberbia de Shields adquiere sentido cuando se comprende lo que quizo demostrar con m b v y es algo que la interminable lista de bandas que le siguieron parecen no asimilar: el amor al igual que la experimentación musical son procesos necesariamente sutiles y pacientes pero no por eso deben dejar de irradiar intensidad.
http://www.youtube.com/watch?v=UUc5y1NljXI