Por @AlanisMoon
Esta semana, entre la mucha basura y los pocos mails relevantes que recibimos a diario, se esconden un par que incluyen una palabra anglosajona. Crowdfunding, anuncian. Austin TV —banda mexicana de rock progresivo— y Javiera Mena —talentosa cantautora chilena— requieren de ayuda. ¿De quién? De sus fans. De los que creen en su proyecto. Del público en general. ¿Qué clase de ayuda? La ayuda que en nuestro mundo capitalista es tan necesaria: ayuda financiera.
En el ámbito musical, el crowdfunding —o micromecenazgo, como diría la periodista catalana Marta Pallarès— está de moda. Y sí, es el retorno de los mecenas. El dar de nuestro bolsillo por amor al arte. Los músicos emprenden campañas para financiar gastos de giras o de edición de discos. Algunos lo consiguen, otros no. Pero la práctica ahí está. Es como dar un Like o RT, pero con dinero de por medio.
Bien, la música se beneficia. Pero, ¿ahí para la cosa? La sociedad tiene un recurso poderoso en sus manos. El Internet hace posible la inmediata comunicación entre continentes, entre etnias, entre monedas. Los crowdfundings son una oportunidad para ejercer soberanía. Por ejemplo, los proyectos ciudadanos que el gobierno no pueda/quiera realizar, con una buena planeación, los permisos necesarios y sobre todo, la ultra-necesaria financiación, podrían ver luz pronto. Una verdadera democracia digital gracias al capital aportado.
Todavía queda un largo trecho por recorrer en cuanto al micromecenazgo. Hay riesgos pero con organización y regulación, este cauce para las propuestas puede desembocar en un océano de posibilidades infinitas al que hay que estudiar y aprovechar de la mejor manera factible —un ejemplo es la consola de videojuegos alternativa OUYA, cuyo desarrollo fue posible gracias a la plataforma conocida como Kickstarter. Entonces, la próxima vez que en su mail se incluya la palabra “crowdfunding” —y el remitente sea Austin TV, Javiera Mena o el jefe de manzana de su colonia—, lo podrá pensar mejor y analizar si el proyecto que se quiera engendrar es bueno. Ya después, puede escribir los números de su tarjeta en la pantalla, aportar a la causa y sentarse a esperar a que se alcance la meta en común.