El mejor antídoto contra el ridículo en el mundo del cine resulta hablar de lo que uno conoce. La mejor receta para hacer una película interesante y universal es contarla desde el punto de vista más particular y subjetivo posible.
Siguiendo estas dos máximas el director alemán Nico Von Glasow, una especie de Michael Moore germano, toma como punto de partida su propia discapacidad y falta de interés en los deportes para hacer el más divertido de los documentales que se ha proyectado en lo que va del festival de este año. Antisolemne y directo, irreverente y políticamente incorrecto, Mi camino a Olympia hace reír y conmueve al tiempo que nos recuerda que en el buen documental el punto de vista lo significa todo.
Sigo platicándoles como se va poniendo esto.
Abrazo
El More