Un encuentro íntimo con la muerte entre películas y las calles de Morelia

Un encuentro íntimo con la muerte entre películas y las calles de Morelia

Por Regina Vázquez Eimbcke

La vida y la muerte; la muerte forma parte de la vida; ambas existen juntas. Todo lo que está vivo algún día dejará de estarlo. 

Cuando llegas a Morelia, te reciben sus típicas carnitas, el famoso acueducto y las multitudes ansiosas por vivir el festival de cine. A mí me recibió una inquietante realidad sobre la muerte. Cuando vi la función inaugural Emilia Pérez del director Jacques Audiard, entendí que tienes que morir para poder ser esa persona que en realidad quieres ser. 

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No sabía qué esperar de esta película; sabía que había estado en boca de todos y la trama no la tenía segura. Me separaron de todos mis acompañantes y viví el viaje de esta película completamente sola. Un musical que va desde la identidad de género hasta la violencia contra las mujeres y el impacto del narcotráfico en México. 

Aquí es donde, por primera vez, me brincó la idea de la vida y la muerte, de tener que “morir” para poder ser esa persona que en realidad quieres ser, que es lo que pasa con el personaje principal interpretado por la actriz española Karla Sofía Gascón. Con esto en mente y con día de muertos a la vuelta de la esquina, tuve una noche en la que mi cabeza no dejó de pensar y darle vueltas a la idea de morir para poder vivir. 

La muerte es uno de los miedos más grandes del ser humano. Existen diferentes perspectivas de esta, pero en México la celebramos. La autora argentina Alejandra Pizarnik cambió mi perspectiva acerca de la muerte hace unos años, cuando leí un artículo de su autoría al respecto: “La muerte es una palabra. La palabra es una cosa; la muerte es una cosa, es un cuerpo poético que alienta en el lugar de mi nacimiento. Nunca de este modo lograrás circuncidarlo. Habla, pero sobre el escenario de cenizas; habla, pero desde el fondo del río donde está la muerte cantando”. 

La muerte es más que solo un evento; también es algo que puedes expresar con palabras. La muerte se presenta como algo real y está conectada con tu vida y tu historia. A pesar de tus intentos de entenderla, siempre habrá algo misterioso sobre ella que no puedes captar del todo. Y esto es justo lo que encarna Emilia Pérez.

Para sacarme la idea de la muerte de la cabeza, me tomé una chela bien fría y esperé a que diera la noche para poder ir al estreno de Anora en México. Podrás pensar que Sean Baker, el director de la película, no toca el tema de la muerte, pero yo no podía sacármelo de la cabeza. Aunque en su película, The Florida Project (2017), no se toca el tema literalmente, sí pone sobre la mesa el tema de la muerte de la infancia o la pérdida de la inocencia. Y en Anora sucede igual. Anora, o Ani, como ella se hace llamar, es una stripper de Brooklyn cuya vida parece cambiar por completo una noche, tipo Cenicienta con todo y su príncipe azul; sin embargo, la historia no tiene un final feliz. En Ani, lo que muere es la esperanza; muere la confianza en ella.

Rodaron los créditos y, con el cine en completo silencio, mi mente seguía procesando lo que acababa de ver. Ganadora de la Palma de Oro en Cannes, Anora es una de esas películas que vas a pensar durante días. Hoy, escribiendo esto, no se me olvida la escena final, y la idea de la muerte sigue rondando mis pensamientos.

Mi aventura por esta 22ª edición del FICM continuó en la mañana. 

Del hotel caminé al Teatro Matamoros, donde decenas de espectadores esperábamos ver la nueva película de Pedro Almodóvar, La habitación de al lado. Y quizás era mi mente aún procesando lo que había visto en los días anteriores, o la crudeza característica en el cine de Almodóvar, pero sí, la muerte seguía  presente. 

El personaje de Tilda Swinton tiene cáncer y le pide al personaje interpretado por Julianne Moore que la acompañe a hacerse eutanasia con una pastilla que encontró en el mercado negro. No quiere morir sola; quiere sentir la presencia de alguien, aunque sea en la habitación de al lado. Este es otro tipo de muerte, la muerte por elección. Almodóvar logra tratar la muerte y la eutanasia de una manera que evita el sentimentalismo y busca una representación más sencilla del final de la vida. 

En una entrevista para el diario keniano The Standard, Almodóvar habla de “sentir la presencia de la muerte”, lo que resalta cómo la muerte siempre está presente en nuestras vidas, especialmente a medida que envejecemos. 

Mientras los créditos de la película se proyectaban en la pantalla, pensé: aunque muchas personas consideran la muerte un tema tabú, su constante presencia muestra que es algo inevitable para todos. Comencé a escribir todas estas cosas en mi libreta y también comencé a cuestionarme: ¿por qué será que este es el tema que captó mi atención? O más bien, ¿por qué es un tema que se está repitiendo constantemente en las películas que estoy viendo? ¿Estoy bien? 

Hace unos meses viví una muerte muy cercana y no pude procesarlo hasta hace poco, y ver todas estas películas que abordan la vida y la muerte desde diferentes perspectivas me hizo confrontar mi duelo y poder comprender todo lo que mi cabeza pensaba estos últimos meses.

Durante el día, había estado escuchando que la gente mencionaba la película El Jockey. La verdad, no tenía idea de qué hablaban, pero me invitaron a verla en su estreno esa misma noche y acepté. 

Sin saber a qué iba, decidí adentrarme en lo que sería una aventura de inicio a fin. Y adivinen, solo adivinen cuál fue el tema central de la película. Sí, obvio, la muerte. Cuando escuché a Nahuel Pérez y Úrsula Corberó decir: “¿Qué tengo que hacer para que me ames? Morir y volver a nacer”, mi cabeza explotó. 

Aquí todo hizo sentido porque la muerte se puede interpretar de muchas maneras, pero me encanta la idea de morir y volver a nacer de una manera metafórica. En El Jockey, el personaje interpretado por Nahuel Pérez “muere y vuelve a nacer” para convertirse en Lola, una mujer trans simpática con su ascendente en Géminis. Libre de su identidad, comienza a descubrir quién está destinada a ser en realidad. Y fue la pieza perfecta para completar el tema que había estado rondando en mi cabeza durante los últimos tres días.

En junio de este año, me gradué de la universidad y, como era de esperar, no tenía idea de qué quería hacer con mi vida. Con una crisis de identidad, decidí adentrarme a explorar diferentes opciones y, por azares del destino, llegué al mundo del cine. En este primer trabajo, la Regina recién graduada, perdida e insegura, murió. 

Y sí, suena muy cursi y cliché, pero en Morelia nació una Regina con ganas de comerse al mundo, una Regina que encontró qué es lo que en verdad le gusta. Me gusta pensar que es algo que nos pasa a muchos. Sea como sea, la muerte está presente en todos los aspectos de nuestra vida; puede ser la muerte de algún ser querido, la muerte de la inocencia o la muerte de uno mismo. 

Y como Joan Didion dice en su libro The Year of Magical Thinking: “La muerte es profundamente reflexiva y conmovedora. Ella nos recuerda que somos seres mortales e imperfectos, conscientes de nuestra mortalidad”.

El FICM es un festival que celebra el arte del cine, un festival en el que también se celebra la vida. Eréndira Núñez, productora de películas como Heróico (2023) o Memory (2023), me contaba por qué ama este festival: es un festival para ver cine y bailar. Un festival en el que te encuentras a todos por las calles del centro de Morelia, donde, saliendo de una función a las 11 de la noche, te vas por unos mezcales con tus amigos en la fiesta que haya, y a veces hasta te tocan dos fiestas y no te vas a dormir hasta las 3 de la mañana, si bien te va. Me contaba de los famosos tacos de espagueti (en los que hizo énfasis que solo los rudos saben de qué habla). 

Sí, cuando ya estás muerto por los 10 mezcales que te echaste. Al día siguiente, en un estado entre vivo y muerto, te vas a desayunar a los portales y te encuentras a las mismas personas que viste el día anterior. No fui tan hardcore como para llegar a los tacos de espagueti, pero quizá el próximo año la muerte me alcance y pueda probar ese manjar. Porque sí, aunque en este FICM la muerte fue el tema que predominó, también estuvo lleno de momentos y gente que celebran la vida.

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