VLURE en franca Escalate
Escalate nos da una carta de presentación impecable: una pista con ritmos rápidos que me llevan directo a los raves alemanes, con una potencia que no se disfraza. La mezcla es limpia, con una separación muy clara de cada elemento y una tridimensionalidad que se percibe sobre todo en las vocales, que parecen expandirse en varias direcciones.
Desde el inicio hay un vaivén interesante: de pronto el ritmo empuja hacia el hard techno, pero entran guitarras y caos, aportando una inspiración punk que lo descoloca todo. Esa tensión progresa hacia una base ácida y, con BPMs intensos, se conecta con el trance de la vieja escuela. Incluso se siente la intención de sonar como un anthem de los 2010s, pero sin caer en lo obvio.
El diseño sonoro se disfruta. Por momentos las vocales evocan directamente a Underworld, ese estilo agudo que ha regresado en los últimos tres años. Alrededor del minuto dos, la instrumental abre la imagen de una elevación, como si todo apuntara hacia el cielo. Luego, la atmósfera se carga de reverb y el aire se espesa. Es como soñar con mejores días: motivación progresiva que explota en un ataque eufórico.
Un detalle clave es que no hay canción homónima al álbum y eso funciona. La idea de “escalar” está presente en el recorrido completo: cada track suma intensidad. Incluso cuando uno espera un drop fuerte que nunca llega, la ausencia se vuelve parte de la narrativa. Lo que propone VLURE no es el clímax inmediato, sino seguir subiendo sin pausas ni rodeos. Un gesto muy early del hard trance, justo en un momento en que vuelve a sonar fresco en la escena electrónica.
Más adelante regresan los guiños a Underworld en las intros, con syntes masivos y atmósferas trance que desembocan en algo casi cinematográfico. El desenlace sorprende al aterrizar en un lugar calmado, como si tras tanta energía hubiera un instante para contemplar. En medio de todo aparece un track que funciona como oasis: atmósfera new age, envolvente, que hace conciencia sobre la respiración. Es un descanso necesario, para seguir con la búsqueda de más.
El álbum retoma velocidad, se acerca a lo que parece un cierre pero resulta una falsa despedida, y justo ahí brilla la mezcla entre electrónica y rock. Después, una última explosión punk abre paso al verdadero final: la colaboración con Bobby Gillespie (Primal Scream). Su voz entra como un rayo de luz en una mañana fría, contrastando con el sonido gélido de VLURE.
Escalate es un viaje en toda regla: arranca con la euforia de lo nuevo, se alimenta con momentos cada vez más intensos, escala sin detenerse y aterriza en un final que se toma su tiempo. Es un álbum cinemático, lleno de imágenes claras y escenas que se proyectan en la mente.
