Hablan las Speak Daggers de Elias Rønnenfelt
Tomas tu chaqueta de cuero, tus lentes oscuros y redondos. Agarras las llaves de tu flamante Mustang amarillo y te dispones a salir del cuarto. Te detienes en el umbral de la puerta, volteas a la cámara imaginaria y le disparas una mirada matadora. Sales a la calle sin rumbo, pero en búsqueda de algo.
El músico/poeta Elias Rønnenfelt nos regala directamente desde Dinamarca Speak Daggers, una desviación rádical a su trabajo anterior como frontman en la banda de postpunk, Iceage, y sus lanzamientos previos en su carrera como solista.
El nombre del disco es una referencia al clásico de William Shakespeare: Hamlet. En el acto 3, escena dos, Hamlet le dice a su madre: “Pronunciaré palabras punzantes de desprecio”. La verdad duele, hablar con dureza es desgarrador como si las palabras fueran cuchillos afilados que atraviesan la membrana de los oídos y se clavan en el alma.
Al igual que el personaje, Rønnenfelt habla de temas personales convirtiendo Speak Daggers en su trabajo más íntimo. Grabado y producido por él mismo en su cuarto entre tours, empapando la instrumental de influencias que lo han marcado desde joven, e invitando a músicos de su propio país a colaborar. Es difícil ponerse más personal que eso.
Estacionas el Mustang en una calle desierta, bajas del coche y caminas por la banqueta con el eco de tus botas chocando contra el pavimento en los oídos. Paras bajo el cartel neón de un bar, las conversaciones se difuminan con el sonido de un grupo tocando, el olor a cerveza combinado con humo de cigarro inunda tus pulmones antes de tomar asiento en la barra.
En el disco, ritmos de drum machine se unen a líneas de bajo y guitarrazos que comparten una fibra de ADN con el pasado post punk de Rønnenfelt, quien canta con crudeza sobre la mezcla. Samples y una melódica espectral muy reconocible terminan de asentar cada rola.
Ya es tarde, el grupo se fue abruptamente hace más de una hora después de que un miembro del público, envalentonado por la bebida, decidiera invadir el escenario para probar sus habilidades de boxeo. Pagas la cuenta antes de abandonar aquel bar de mala muerte, recorriendo tus pasos te encuentras frente al Mustang amarillo para regresar a casa.
Lo nuevo de Elias Rønnenfelt viene de lo profundo de su ser pero está encuadrado de forma en la que cualquiera que lo escuche pueda asociarse con los temas que trata en la letra, sin mencionar lo cool que te puedes sentir incluyéndolo en la banda sonora de tu día, sobre todo si vas a caminar tras una lluvia torrencial en una calle desierta, iluminada cada tantos metros por el alumbrado público.
