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Portada del disco Flowers de Durand Jones & The Indications.

Música para curar cualquier mal en los Discos de la Semana

Ayer vi al rock morir en el escenario de uno de los teatros más hermosos de esta ciudad. Vi a una de las bandas más punk, más sucias, más ruidosas y más queridas, asumir que todos tenemos cuarenta, que ya no nos gusta perder audición en los conciertos, que preferimos las butacas a los moshpits y que tenemos que regresar a casa temprano para cuidar el sueño de nuestros bebés.

Pues tal vez deberíamos de ser esas personas de trabajos estables y relaciones exitosas. Gente que genera, que produce, que consume y que perpetúa el curso de la vida como la conocemos. Gente bien.

Pero no todos lo somos. Y para eso sirven esas bandas. Para sentir el poder y la adrenalina de estar en las periferias de lo normal, de lo correcto. En estos discos no hay nada de rompedor, pero tampoco hay nada absolutamente comprometido a la norma ni al deber ser.

Para eso es la música. Qué bueno que hay discos nuevos para gente que sigue joven. Me ayudaron a curarme la osteoporosis que me contagiaron anoche.

Raquel

 

 

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Virgin – Lorde
Ana Lau

 

Portada del disco Virgin de Lorde.

 

Vivimos en un mundo que exige propósito, claridad y progreso constante. Todo debe tener sentido, avanzar, justificar su existencia. Pero cuando eres joven, a veces se te permite el desorden, el impulso, la contradicción. Virgin, el cuarto álbum de Lorde, nace justo ahí: en ese espacio donde la juventud no busca ser estable, donde lo que importa no es la forma, sino el desborde. Ser virgen ante un mundo que quieres comerte.

No es una continuación de Melodrama, tampoco un regreso al minimalismo de Pure Heroine. Es un archivo emocional de lo que Lorde sintió, lo que la emocionó, lo que la rompió y lo que todavía hoy hace ruido. Escucharlo en orden es como lanzarte sin arnés: una montaña rusa emocional sin puntos medios.

Desde el primer beat de Hammer, algo vibra con descontrol. La repetición de “say it again” no calma: sacude. Es ansiedad envuelta en ritmo, una urgencia que se repite porque no hay forma de decirlo mejor. Como cuando borras un mensaje sabiendo que ya lo leyeron, das un portazo sin saber a quién va dirigido, o besas a esa persona que juraste haber superado, sin pensar en lo que vendrá después. Romperlo todo, solo para ver si todavía puedes armarte de nuevo.

En Broken Glass, Lorde deja de disfrazar el dolor, nos habla de un momento vulnerable de su vida, donde se enfrentó a problemas alimenticios. Habla directamente sobre su cuerpo, sobre las veces que el control fue su única forma de sostenerse, incluso si eso significaba dañarse. “It’s tough to admit / Just how much I get from it” . Y luego, en If She Could See Me Now, el dolor ya no grita, observa. Es ella hablándole a su yo más joven, como si intentara extenderle la mano desde un lugar más sereno. Como si, después de todo, vivir con lo vivido también fuera una forma de cuidarse.

Este disco nos lleva de vuelta a esa primera versión de Lorde que muchos descubrimos en 2013, o que conocimos a través de Ribs. Pero no es un regreso nostálgico, es otra etapa: la suya y la nuestra. Los beats pueden sonar familiares, pero ahora cargan con todo lo que pasó entre entonces y hoy. No suenan igual porque ya no escuchamos desde el mismo lugar.

 

 

A Tropical Entropy – Nick León
Malau

 

Portada del disco A Tropical Entropy de Nick León.

 

Jamás he leído nada de Joan Didion, pero se supone que este disco está inspirado en “su libro más oscuro”, según la revista inglesa Granta. Miami, un ensayo largo sobre la ciudad más popular de Florida, aquella que vio arribar a aproximadamente 300,000 cubanos tras el triunfo de la Revolución Cubana en 1959, y misma que ahora alberga a más de un millón.

Según Wikipedia, el libro trata de “la vida en Miami para los exiliados cubanos y la compleja dinámica racial de la ciudad”. Además “analiza su papel e influencia en acontecimientos importantes como el asesinato de JFK.” 

Nick León nació y creció ahí. En el entre. Entre gringos y cubanos. Su música suena a eso. Un sonido mestizo que combina patrones electrónicos norteamericanos y ritmos de club latinx. Él describe este disco como un manifiesto que toca temas de memoria, privación del sueño, fauna en descomposición y la naturaleza muerta suburbana de Florida. 

Suena muy rico ¿no? Bueno, pues honestamente no percibí nada de esto en los 33 minutos que dura el álbum ni en los muchos otros que pasé investigando sobre él. Y, la verdad es que la música no está mal, pero me molesta cuando la gente intenta marearme con palabrotas y conceptos que al final no le agregan nada al proyecto. 

Bien pudo haber dicho: “Hey, saqué este álbum que está muy bueno para agarrar la peda en el atardecer en la playa”, como la portada lo sugiere, y entonces les estaría contado de lo bueno que está el álbum para aquellas tardes de un verano tropical.

Entiendo que nosotros los escuchas no siempre lograremos entender el mensaje que el creador quiere transmitir, y eso puede ser algo muy bello. Pero en este caso sentí que no había mucho qué descifrar y aún así no entendí. Habló de más. Aun así, tiene tracks pegajosos y ponchados que pueden musicalizar tu pre (o after) perfectamente. Escúchalo ahí.

 

 

choke enough (remixes) – Oklou
Pontas

 

Portada del disco choke enough de Oklou.

Todos tenemos una comida que nos da absolutamente igual. Y no estoy hablando de un platillo que odies, sino de comida que te es indiferente comerla o no. Un platillo que jamás pedirías en un restaurante, pero si te lo sirven en una casa ajena tampoco le harías el feo (aunque seguramente no lo comerías con mucho gusto). En mi caso, es la sopa de calabaza. Bueno, para mí, los remixes son como sopa de calabaza.

Tal vez es porque, cuando iba en secundaria, escuchaba dubstep espantoso y atascado y los remixes o lo volvían un poco menos espantoso o lo hacían todavía más atascado. A mí me gustaba que mi dubstep sonara como un punto medio entre eructos de robot y taladros con distorsión, y los remixes cambiaban eso. 

Evidentemente, cuando me enteré que tenía que reseñar un EP de remixes, no me dio mucha gracia. Sin embargo, escucharlo me puso a pensar si esta es una buena sopa de calabaza o simplemente mi paladar ha evolucionado desde que tengo catorce años (espero que ese sea el caso). Ahora veo los remixes como preparar un platillo con ingredientes ajenos y sin receta. Un chef te da los ingredientes y no te dice absolutamente nada de cómo cocinarlos. Eso mismo es lo que le da un sazón muy distinto a diferentes comidas, aunque la base sea la misma. Recordemos que unos chilaquiles, unas enchiladas y un taco de pollo con salsa no son lo mismo. 

Lo que Oklou preparó originalmente en su menú de trece tiempos llamado choke enough, sabe a hyperpop tímido, acuático, tierno y bailable. A jamesjamesjames y Malibu se les dieron los mismos ingredientes y los platillos son completamente distintos. Ambos titulados choke enough, pero el primero es un himno EDM con aires a los 2010, y el segundo se siente como una parálisis de sueño en donde extrañamente te sientes tranquilx.

En resumen, jamesjamesjames preparó un ceviche y Malibu algo como un plato de medallones de atún con reducción de jamaica (un poco extraño y exótico, pero sabe delicioso). 

Nick León fue el encargado de transformar el postre de choke enough. El remix de blade bird es un tiramisú cocinado con los ingredientes de un brownie. Convierte un postre tan reconfortante en algo igual de rico, pero que se siente un poquito más experimental y complejo al paladar.

Al último, Aarin Hibell tomó una de las canciones más románticas del álbum y la hizo sonar como si en el proceso hubieran participado Avicii y Eiffel 65. Sin embargo, es tal vez la versión que menos dista de la original, digamos que le puso chispas de colores y crema batida a la malteada de vainilla con dos popotes que ya era “take me by the hand”. 

No diré que es mi menú favorito, ni que fue la mejor experiencia culinaria que he tenido. La comida no es mala, pero mi paladar no se ha acostumbrado a ese tipo de sabores. Aún así, entiendo que lo que hizo interesante la experiencia no fueron los ingredientes, sino la forma tan particular de reconvertir un platillo sin receta alguna. 

No sé sí de ahora en adelante pediré sopa de calabaza en un restaurante, pero definitivamente no estaré tan disgustado al tener que comerla de nuevo.

 

 

Flowers – Durand Jones & The Indications
Silvia

 

Portada del disco Flowers de Durand Jones & The Indications.

 

Esta banda hace música como quien te manda flores sin decir nada más. No te explican por qué, no esperan respuesta. Solo te las dejan ahí, y si las hueles, bien. Si no, también. Flowers es eso: un disco que no hace ruido, pero que de repente te tiene viendo al techo, cuestionando decisiones amorosas que ni sabías que habías tomado.

Después de cuatro años de silencio, la banda regresa sin hacer escándalo, pero con todo en su lugar. Las armonías siguen siendo suaves como suéter viejo favorito. La voz de Durand entra segura, como quien ya ha llorado antes. Y la de Aaron Frazer… esa voz flota, te acaricia, y te da ganas de enamorarte de alguien que probablemente te va a batear.

La canción que abre, The Way That I Do, es para bailar lento con alguien que no sabes si te gusta o solo te cae bien. Lovers’ Holiday suena a fondo de escena donde dos personajes se besan sabiendo que no va a durar. Y Flowers, la que le da título al disco, es tan tierna que si la pones tres veces seguidas puede que termines texteando a tu ex. No lo hagas, pero entiendes el punto.

Este disco no viene a revolucionar nada, pero tampoco lo necesita. Viene a recordarte que a veces lo suave también pega fuerte. Y que llorar un poquito no está mal… mientras suene bonito de fondo.

 



endlessly – Chanpan
Tello

 

Portada del disco endlessly de Chanpan.

 

“¿Cómo bailar groove en el antro?”, dice mi búsqueda de Youtube. Pero ¿en realidad bailaría esto en el antro? Es más para un rooftop que sobreusa la palabra m-i-x-o-l-o-g-í-a en todos sus posteos.

De cualquier manera escojo de entre los primeros resultados de búsqueda, “8min Funk & Groove Dance Workout | Funk Dance Class”. Mientras observo el estilo del maestro de baile, cuestiono si algo interesante surgirá de la clase.

Joggers caqui, camisa abierta, gorra hacia atrás claro. ¿Esto es groove? Nada mejor que querer aprender a bailar o hacer una reseña musical para cuestionar qué género es dicho proyecto, y si es relevante. El sujeto empieza a contar en 8. Cada cuatro tiempos flexiona las rodillas, después de una vuelta al ritmo, hace pequeñas flexiones entre cada tiempo.

Definitivamente no bailes así en público. En tu cuarto y en calzones, haz lo que quieras. Si estás viendo este tipo de contenido es inevitable preguntarte si es que bailar es una habilidad innata, o es consecuencia de prestar un exceso de atención a las clases de expresión corporal en la escuela. Se puede aprender a hacer cool o solamente eres cool y tratar de ser cool ya no es cool.

¿Chanpan es cool? su foto de perfil de Spotify te haría pensar en el cast de una nueva serie de Disney Channel. Aunque fuera de la ficción, sí se ven cool. ¿Bailar muy bien es cool o ya es de tryhard? A lo mejor, bailar muy bien las canciones de Chanpan sí es muy cool, pero como dijo Bella Swan, el hielo no ayuda a los descoordinados.

He dicho la palabra “cool” en casi diez ocasiones en el último párrafo y aún no decido si este disco es cool o no. Podrían ser la versión gen Z de Nirvana si Nirvana fuera TLC. Podrías escuchar el on and on de Smells Like Teen Spirit en los coros del primer track liquid iron.

Hay también una referencia al caso de Luigi Mangione en la rola titulada Luigi’s Mansione, porque, ¿qué mejor que manifestarse en contra de los billonarios y las aseguradoras en una azotea de Manhattan con un manhattan de 30 dólares? Por más que no lo parezca me gustó el disco, y lo disfruté. Eso no me quita querer arrancarme los ojos después.

 

 

Music Will Explain (Choir Music Vol. 1) – Mocky
Dani R


Portada del disco Music Will Explain (Choir Music Vol. 1) de Mocky.

Hace poco entré al coro de la Ibero y entendí muchas cosas que parecen obviedades pero que no son tan tangibles hasta que las tienes cerca.

Varias voces afinadas crean armonía. Jugar con el tono de cada una, ya sean contraltos, sopranos o tenores, de tal manera que todas se complementan, hace que sea mucho más atractivo. Cuando pensamos en un coro probablemente nos venga a la mente un auditorio, una iglesia o cualquier otro lugar medio serio. El coro no siempre tiene que ser así.

Este disco del multiinstrumentista y compositor canadiense, Mocky, juega con esos límites. Al escucharlo, siento la energía abundante que suelen tener los coros, acompañado de otros elementos como la improvisación del jazz y la imaginación de nuestro niño interior aterrizada en sonido.

Cuando los pequeños quieren resolver una pregunta, el por qué de un misterio, no lo consultan con ChatGPT (ya no sé de las nuevas generaciones). Salen al jardín, se equivocan y experimentan. Esta es la esencia del disco: saber que no hay una sola verdad y en el camino del descubrimiento puede haber muchos desvíos, pues la música no es lineal ni rígida. Explora diferentes posibilidades. Mientras espero el Volumen 2, tendré mis ojos y oídos de infancia activados.