No es fácil endulzar temas sensibles, se requiere habilidad para suavizar la amargura de la controversia sin hacerlo demasiado obvio pero con suficiente evidencia para que pueda transmitirse el mensaje. Con Supermodel (Columbia Records), Foster the People elabora un trabajo cargado de un cuestionamiento sobre la ética del capitalismo, los medios y el poder. En el caso de “Pseudologia Fantástica”, track del cual se estrena video, hay un comentario sobre la hipocresía de las dictaduras y su incapacidad para cumplir sus promesas; todo esto, evidentemente, suavizado con su sonido ligero y visuales de colores radiantes. El título de la canción proviene del término psicológico que también se utiliza para denominar la mitomanía o mentira patológica. En una entrevista con Juxtapoz, Mark Foster explicó que la idea para el video surgió durante su viaje a Cuba y sus observaciones del paisaje social y la manera en la gente está sometida a trabajos forzados cuyo esfuerzo no es equivalente a lo que el gobierno provee. “Estas son algunas de las imágenes que impulsaron el video. Fue revelador ver las similitudes entre nuestros gobiernos, después de sólo estar consciente de sus diferencias. El dinero es el rey.” El trabajo animado por Hannes /Johannes, que se integra coherentemente a la estética del álbum, es una alegoría sobre el la dictadura opresora y el deseo de liberación.
El caso de Foster the People resulta un fenómeno extraño, pues su estilo y armonía apacigua su contenido contundente, pero al mismo tiempo este parece perder valor u olvidarse cuando se plantea dentro del contexto pop. Se percibe un efectivo contraste entre la animación colorida y la temática, hay incluso algo grotesco en la manera tosca de los movimientos que le agrega calidad al trabajo. Pero el video, a pesar de ser visualmente estimulante, viene cargado de un simbolismo que se percibe como forzado y familiar. Si bien, es admirable la intención activista que la banda se ha enfocado en trabajar, pero mensajes como los que trata “Pseudologia Fantastica”, pierden intensidad al mantenerse dentro de la zona de confort en la que se elaboran, por lo que es difícil apreciar el video como “sólo un video” o “una intensa crítica”.