Como todos los buenos tesoros, Guachochi se encuentra bien escondida en la sierra Chihuahuense, las más de 9 horas de camino valieron la pena ante la impresionante sierra que rodea al pequeño pueblo de Guachochi, lleno de folklore y por su puesto competidores listos enfrentar las empinadas y rocosas pendientes. La noche previa al gran evento de los 100 kilómetros , acompañamos a los competidores a su cena tradicional con carbohidratos, mucha pasta, algo de ensalada y pan, para que el cuerpo al día siguiente tenga la suficiente fuerza para enfrentar a la naturaleza, pero me di cuenta que la cena no era lo único que los competidores necesitaban para enfrentar semejante reto, también, el ánimo entre los diferentes grupos de corredores que venían desde diferentes partes del país, el optimismo para terminar una carrera, que, desde mi óptica se antojaba imposible.
El despertador marcaba las 4:00 am, tiempo para que los competidores comenzaran su calentamiento previo a la competencia, el frío calaba los huesos y lo mejor para los reporteros era encontrar transporte para seguir a los corredores. Además del típico paisaje de corredores (tradicional previo a una carrera de Maratón) el paisaje se tornaba pintoresco cuando los Raramuris llegaron en grupos pequeños, sus familias, daban el último grito de ánimo , mientras los competidores ataban sus huaraches de llanta, las mujeres por su parte, acomodaban sus largas e incómodas faldas que volarían al paso del viento empezada la carrera.
La travesía comenzó, tratamos de alcanzar a los competidores antes de que se adentraran a la sierra, el paso por el pueblo y después por la autopista constaba de aproximadamente 17 kilómetros, al fin conseguimos alcanzar a los competidores punteros justo antes de que entre la oscuridad total se adentraran a la profundidad de la sierra. Conseguimos seguir al punto intermedio de la carrera La Barranca de La Sinforosa, el paisaje era digno del esfuerzo físico de los competidores. Las familias de los Raramuris esperaban en puntos estratégicos a sus competidores con agua y pinole, mientras que los competidores de la ciudad, cargaban con costosas 'camel bags' para su hidratación, claro, además de la provista por los organizadores.
El sol del medio día apretaba y los reporteros esperábamos a los competidores punteros en la meta, sí, parecería increíble esperar que los competidores terminaran esta maratónica jornada en 8 horas, pero así fue, Miguel Ángel Viniegra fue el primero en cruzar la meta.
Los competidores llegaron en periodos de tiempo diferentes, algunos exhaustos por la jornada se tiraban en la meta y acudían con los servicios médicos, algunos nativos, veteranos en esta competencia, llegaban como sin nada a beber un poco de agua.
Ya entrado el atardecer, al caminar entre los competidores y conocer sus historias, me di cuenta que el ancho de corredores no buscaban el triunfo del primer lugar, buscaban un triunfo personal que no radicaba en una medalla ni ser anunciado por el 'speaker' , la mayoría buscaba la certeza de sentirse poseedor de un triunfo personal, la mayoría contaba con historias de vida lo suficientemente fuertes como para que el triunfo en un Ultramaraton como estos les llenara su sed de éxito, la mayoría, buscaban materializar un paso más dentro de este largo maratón llamado vida.
Agradecemos a Powerade y en especial a Lorena Lozano por los facilidades brindadas para la cobertura de este evento.