Sin 'Total Life Forever', no habría Foals
"No se trata solo de hacer bailar a tus escuchas. Eso ya lo conseguiste con temas como "Red Sox Pugie" o "Ballons" en tu álbum debut. Si quieres trascender y de verdad ser recordado, debes darles algo más, eso que te inmortalizará".
La secuela, el segundo trabajo que comprueba tu valía y que no eres resultado de la suerte o la coincidencia. Muchas bandas se han quedado ahí, entregan un primer material tan bueno que su sucesor simplemente no alcanza a equiparar o es tan distante de lo que se había hecho que los que fueron atraídos en primer instancia se alejarán. Muchos podrían opinar que Foals se encontraba en este punto medio hace diez años cuando entregaron su segunda producción Total Life Forever (2010, Transgressive Records).
Los Foals de 2008 eran, como coloquialmente se denomina: "jóvenes y estúpidos". El entonces quinteto se encontraban en sus tempranos veintes, querían hacer ruido y hacerse notar, pero de una forma que los distinguiera. En un horizonte donde el dance punk estaba por todos lados con bandas como LCD Soundsystem o The Rapture, Foals entregó en su álbum debut Antidotes (2008, Transgressive Records) un material que los acercaba más al estilo rápido del Bloc Party de Silent Alarm (2005, Wichita Records) o inclusive al laureado math rock del Mirrored de Battles (2006, Warp Records), que a los actos meramente bailables. Había mucha energía, pero no con algo que sonara simple y genérico.
Sin embargo, algo cambió en los inglese provenientes de Oxford. Desde la portada se vuelve notorio cuando vemos a los miembros de la banda inmersos en un cuerpo de agua y que será un sentimiento reafirmado por el primer tema del álbum "Blue Blood", una pieza delicada y erizante donde destaca el eco que genera la voz de Yannis Philippakis, quien canta a media voz y elonga frases que se repiten una y otra vez.
Se puede antojar muy apresurado, pero más de uno desde que escuchó el tema inicial dijo: "Esto ya no es para mí" o "Me gusta lo que escucho" por tratarse de sonidos menos atrabancados, más meticulosos, y esto también se vio reflejado en las letras de las canciones. "Enterraron el oro, tus ancestros se vendieron y dejaron solo el residuo" canta Black Gold, un tema sobre la pérdida de esencia que distingue a los seres humanos y está sutilmente armada dentro de un tema que no te harán saltar con todas tus fuerzas en medio de una multitud de decenas de miles de personas ,pero sí mover el pie mientras lo escuchas a las tres de la mañana. No es quedarse quieto sino cambiar la intensidad.
Pero para primeras impresiones, nada como el primer sencillo. Los que querían energía desbordada, nada es más desesperante que tener que esperar 40 segundos a que Yannis empiece... ¿A susurrar? ¡¿Es en serio?! y para que la canción subiera un poco y la batería se hiciera presente en forma tendrían que pasar los dos minutos y quince segundos; volvería a desaparecer y regresaría ya completamente en forma hasta el minuto cuatro con trece segundos. Seamos sinceros, "Spanish Sahara" es la gran epopeya no solo del álbum sino de la carrera de Foals, es su "Stairway to Heaven", su "Bohemian Rhapsody", y sí, como esos dos ejemplos, fue la canción que los terminó por consolidar. Reclamaron su lugar con esta canción que dura seis minutos cincuenta y que inevitablemente repites una vez finalizada.
Es subsecuente que “This Orient” de un giro completamente al ánimo. Se distingue automáticamente por su batería. Crece y después de media canción, tiene un puente completamente fino, casi irreal comparado al inicio, que vuelve a retomar con fuerza para arriba, con guitarras que destacan, pero que no son ruidosas al punto de ser incómodas para el escucha. De igual forma este tema retrata un común del álbum, la evolución de las letras no sólo se ha hecho más profundas, sino que han disminuido su número y se han valido de coros que se queden en la memoria y puedan ser repetidos sin la menor posibilidad de que aquellos que lo escuchen no lo puedan repetir.
Y la evolución no acabó ahí, pues "After Glow" brindó una sección de más de dos minutos seguidos de potencia y energía que desembocó unos años después en la tercer producción de la agrupación Holy Fire (2013, Transgressive Records) con la cual se terminaría de consolidar de la mano de canciones que explotaban esta fuerza como "Providence" o "Inhaler".
Tan solo dos años le bastaron a Foals para cambiar su estilo y saber a qué querían sonar y cómo conseguirlo con una gama de sonidos mucho más amplia y profunda. Total Life Forever podría parecer un álbum discreto, inclusive atmosférico en la segunda mitad, pero sin duda muestra una banda afianzada que sabía de lo que era capaz. Divisivo diez años después, algunos lo odian, otros lo aman, pero lo que nadie puede negar es que los comandados por Yannis Philippakis no volvieron a ser los mismos.