The Strokes vuelven al Corona: ¿decadencia o estrellato?
Bien se dice que la tercera es la vencida. Después de intentarlo en dos festivales previos que fueron cancelados (Governors Ball en Nueva York y Doctor Music Festival en Barcelona) por fin pude ver a una de mis bandas favoritas de la juventud: The Strokes. Por fin lo logré y, para mi sorpresa, me encontré con que no todo mundo lo había disfrutado tanto como yo. Ahora que he superado el rush y el bajón, les invito a reflexionar conmigo.
Para bien o para mal el Corona Capital es el festival más grande e importante de México, muy atrás se ha quedado el Vive Latino y, aunque tenemos ferias, palenques, y festivales como Pa’l Norte o Live Out, no han alcanzado la amplitud, cobertura, y constancia que se requiere para convertirse en referentes. Quizá esta situación ha influido en que la expectativa que generan las presentaciones en el festival capitalino sea tan grande.
Mención aparte merece el hecho de que la chavoruquiza volvía a ver a sus ídolos del inicio del siglo XXI: Franz Ferdinand, Interpol, y The Strokes, el sueño de cualquier preparatoriano de mediados de la década pasada, las bandas cuyos pósters tapizaban la pared de las adolescentes en aquellos años.
Cuando llegó el momento de la presentación de Nick Valensi, Albert Hammond Jr., Julian Casablancas, Fabrizio Moretti, y Nikolai Fraiture, la expectativa era máxima. Se entiende, era lógico: el espacio principal del festival estaba repleto, todo el marco estaba puesto para vivir una presentación épica de la banda, lo cual, no sucedió.
Revisemos, la banda cumplió con clásicos como “Reptilia”, “You Only Live Once”, “Hard to Explain”, “New York City Cops”, con los cuales el público explotó e hizo volar decenas de vasos con líquido. Es cierto que durante las primeras canciones todo se escuchaba perfecto (literal, el audio era muy bueno) y después algo se empezó a quebrar. La prácticamente nula química interna de la banda sobre el escenario no se pudo ocultar, menos con alguien con la personalidad de Julian Casablancas. El vocalista comenzó a romper el orden del setlist con comentarios como “yo puedo tocar lo que me digan, ¿qué canción quieren?” (de hecho cantó una línea de “Ize of the World” pero dijo que la banda era la que no quería tocarla), también “en el contrato dice que tenemos que hacer esto”, todo ello, como suele decirse, entre broma y en serio.
Si hubo un problema con la presentación fue ese: The Strokes ya no se comportan como una banda, sino como individuos que se juntan a tocar. Echarle la responsabilidad a Casablancas por un concierto malo o que “dejó a deber”, es muy ingenuo y superficial. Están también los que dicen que el vocalista estaba en estado inconveniente, ante lo cual hay dos cosas que decir: primero, nadie lo puede asegurar y, segundo, si lo pueden asegurar, ¿de verdad les sorprendería? ¿les ofende? ¿neta son fans de los Strokes y no sabían que esa es su onda? ¿o realmente sólo es la necesidad de quejarse y linchar a diestra y siniestra? Una de las razones de ser fan de The Strokes e inevitablemente de Julian Casablancas, es esa forma errática e irreverente de ser, o ¿apoco son fans por las elaboradas composiciones musicales y profundas letras?
Podemos discutir el profesionalismo de la banda, especialmente por la diferencia entre el tiempo programado y el que duró el concierto. Muy bien, The Strokes tocaron 18 canciones incluyendo las tres del encore, en las presentaciones previas en festivales tocaron un máximo de 16, sólo regresando al escenario en una ocasión. De hecho, en la presentación anterior a la del Corona Capital, en el Ohana Fest, tocaron 14 y medio, ya que en “Someday”, Julian dijo cantando “ya no quiero estar en este lugar” y salió lentamente del escenario.
Una cosa más —como abogado del diablo—, la actitud desenfadada (por decir lo menos) de Julian Casablancas se pudo observar de nuevo al día siguiente con The Voidz al lanzarse al público desde la primera canción, y también junto a The Raconteurs en el Plaza Condesa, en donde apareció por sorpresa junto a Jack White para entonar “The Modern Age”, ahí recorrió todo el escenario hasta subirse a unas bocinas.
En fin, quien haya seguido un poco esta gira —y la trayectoria— de los Strokes, podría decir que hasta tuvimos suerte de ver un gran show, no un concierto estructurado, ensayado, y perfecto, sino un show. Quien se haya asustado de esta presentación seguramente se perdió del Corona Capital de 2011, en donde la banda sonó mal y Casablancas no jugó sino que olvidó las letras de las canciones, ese sí fue un desastre. Más allá de una presentación de una banda que no logró seguir con el éxito de sus primeros trabajos y que está de gira sin material nuevo, lo que pasó en esta ocasión fue que, la generación que vive ofendida, quiso también hacer uno de sus shows.