Mover el cuerpo fue algo inevitable cuando se presentaron los The Dohl Drummers of Rajasthan, un grupo de siete percusionistas de la zona fronteriza de la India con Paquistán fueron la propuesta para cerrar las presentaciones del país invitado India en la edición del Festival Internacional Cervantino 2018.

La disciplina de las percusiones es algo que aprenden desde pequeños y que sólo aquellos que llegan a tocar con un ritmo rápido y constante, además de crear innovaciones rítmicas, se incorporan a grupos que son solicitados en matrimonios, funerales y hasta eventos corporativos en la India.

Poder dominar las percusiones es algo que les lleva toda la vida y además es una enseñanza que pasa de generación en generación, por lo que el cuidado con sus instrumentos y el cariño al tocarlos se convierte en una tradición que implica a la familia pero también a la comunidad, pues dichos ritmos son muy solicitados en importantes celebraciones sociales, como el matrimonio o la muerte.

La elaboración de los instrumentos también es un conocimiento que se aprende de manera tradicional con materiales naturales como pieles y fibras. Por lo que no cualquiera puede manufacturarlos.

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La Alhóndiga de Granaditas, se quedó a ratos absorta con la rapidez y cambios de ritmo que lograban los integrantes del grupo, para dispararse en aplausos cuando acababan una pieza. Para muchos de los asistentes el poder ver tocar a los grupos de la India era una forma directa de poder tener contacto con una cultura que parece muy alejada de nosotros dentro del orbe. No faltó quien se movía a ritmo de cumbia a falta de saber los movimientos correctos.

El grupo hindú sonreía con sincero entusiasmo al verse presentados frente a la escalinata de una Alhóndiga ansiosa por escucharlos. Además de quedar un poco confundidos con el clásico ¡Otra!, ¡otra!, habitual para cuando se acaba una presentación que ha gustado mucho. Seguramente su entendimiento nulo del español les habrá hecho preguntarse de qué se trataba el grito poniendo cara de preocupación, sin embargo, en cuanto el staff les explicó, regresaron corriendo a deleitarnos con una pieza con el instrumento khartal que son dos trozos de madera que suenan parecido a las castañuelas. Invitaron al público a ser parte de la presentación con sus palmas y cuando se acabo, al fondo se escucho: “¡Que viva India!”

En cierto sentido tuvimos la oportunidad de escuchar los mariachis hindúes, quienes en esta ocasión se presentaron en un escenario muy lejos de su hogar, pero sintieron el calor y la rítmica del público mexicano.