Tame Impala @ José Cuervo Salón

Por @arielasternw Fotos por Fer Espíndola

Es verdaderamente impresionante que a estas alturas de octubre y con tantos festivales y conciertos sucediendo en la ciudad, todavía se desparrame la gente noche con noche en los diferentes foros del D.F. Con únicamente dos álbumes de estudio como carrera, Tame Impala ya esta posicionada como una de las bandas más influyentes en la escena musical de esta década.

El concierto empezó con un gama de colores rosa neón, en un viaje suavecito en donde los tintes de psicodelia apenas se percibían. Es el tipo de canciones -como “Endors Toi”- que te lleva como en un sueño y te hace sentir más ligero. Poco a poco la voz de Kevin Parker se tornó más sensual, pero sin nunca perder ese tono tan cool que lo caracteriza; así es como Tame Impala nos transporta hacia “Desire Be, Desire Go” y  “Solitude Is Bliss”.

Cada vez siendo un poquito más atascados con las distorsiones, hasta llegar a abusar de ellas, la banda de Perth entró en un balance perfecto entre el “foreverismo” y esa provocación de soltura en las extremidades del cuerpo. Así es como sonaron “Why Don't You Make Up Your Mind?” y “It´s Not Meant To Be” , hasta lograr esa sensación de caer entre un espiral de círculos de colores infinito.

El público, entre anonadado y embrujado, y sin darse cuenta, a estas alturas del concierto ya había entrado en una especie de baile en trance. La música de Tame Impala hipnotiza a la gente; Parker con su look de "Jesús Hippie" y su voz que se columpia entre la tristeza y la tranquilidad total, es completamente capturador. Pasaron desde cautivar por completo al público con los sonidos más acuosos y viscosos, hasta hacerlo bailar desenfrenadamente con jams instrumentales vuela-sesos.

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