Interrumpir la secuencia de recomendaciones de bandas sonoras contemporáneas y nominadas al Oscar sólo puede hacerse para hablar de un clásico. Mientras asisto a cubrir la edición 65 del Festival Internacional de Cine de Berlín me encuentro con que el maestro Ennio Morricone ofreció un par de conciertos estos días en esta ciudad y uso esta afortunada coincidencia para recomendar una de sus muchas obras maestras de la música para el cine: Érase una vez en América (1984).
Dirigida por Sergio Leone, con quien Morricone también trabajó en sus míticos spaghetti western Por un puñado de dólares (1964), Por unos dólares más (1965) y El bueno, el feo y el malo (1966), Érase una vez en América es uno de los paradigmas más notables de la época del cine negro mundial que encuentra en la complicidad creativa de ambos genios tal vez el mejor momento de este tándem creativo.
Así, la última película de Leone como director será acompañada por una de las mejores partituras de su compañero de clase y paisano. Junto a las imágenes que cuentan la historia de una pandilla de niños judíos en Manhattan que crecen y se hacen gangsters hay brillantes notas y orquestaciones que ayudan a construir ambientes melancólicos y nostálgicos únicos.
Responsable de otros scores clásicos como La misión (Roland Joffé), Los intocables (Brian de Palma) o Cinema Paradiso (Giuseppe Tornatore) no es aventurado decir que el de Érase una vez en América es el que encumbró a Morricone junto a Leone, en el olimpo de mancuernas de la talla de Hitchcock-Herrmann, Eisenstein-Prokofiev o Fellini-Rota.
@elmoremoreno