Sobre el Crystal Castles II y por qué es importante visibilizar el trabajo de Alice Glass
#Vintage909 está dedicado esta semana a revisar los álbumes que marcan el año de su estreno, celebrar una o más décadas de su existencia y el por qué son hitos en la historia de la música. Me pidieron presentar el (II) de los Crystal Castles, el segundo álbum lanzado por Alice Glass (Margaret Osbourne) y Ethan Kath (Claudio Palmieri) en 2010. El proyecto adquirió una fama inmensa desde su debut y era elogiado al menos por todos los medios digitales especializados en música que conozco.
Su sonido era fresco para una industria cada vez más diversificada, haciéndolos difíciles de categorizar entonces pero que hoy podemos fácilmente definir como witch house. Existen muchas críticas sobre lo que significó su debut "transgresoramente pop" y su secuela, que si bien es más easy listening que el primero , fue igualmente relevante, definiendo su individualidad en la "escena" de lo popularmente cool .
A 10 años del (ll), es importante hablar sobre lo que significa este disco más allá de su sonido. En 2014 Glass dejó los Crystal Castles y un año después hizo una denuncia pública evidenciando el abuso físico, psicológico y económico que ejerció Kath en su contra por más de una década. Kath negó las acusaciones, la demandó por difamación y actualmente continúa con el proyecto junto a Edith Frances. Glass comenzó a ser más reservada sobre el tema pero en 2017 lanzó un nuevo comunicado que reafirma su historia y donde reconoce que fue silenciada por miedo a las consecuencias que sus palabras pudieran tener.
Existe un debate latente sobre separar el arte del artista que ha tomado lugar entre quienes defienden el seguir consumiendo el trabajo de Michael Jackson, Roman Polanski o Woody Allen, por nombrar algunos, y quienes consideran que esto es imposible pues seguirlo haciendo invisibiliza a las víctimas y continua gratificando económicamente a los agresores. En lo personal me es imposible separar al agresor de su arte. Regresando al álbum en cuestión, me es imposible separar a Ethan Kath de su trabajo en los Crystal Castles y en un inicio creí que lo mejor era sencillamente negarle al álbum un espacio al aire.
La fama de los Crystal Castles no sólo es fruto de su música, sino de la propia imagen de Alice Glass. Miles de chicxs alrededor del mundo querían ser ella. Me atrevería a decir que este álbum es más relevante aún para quienes vivieron entre sus 13 y 20 años en el 2010, que como todo adolescente o adulto joven, buscaban identidad y pertenencia pero a la vez rebeldía y un sorprendente gusto por golpear y romper cosas (2010 también es el año en que nació Death Grips). La composición suicida de Glass, acompañada de su presencia en vivo, agresiva y sin límites se convirtió en un rol a seguir para quienes buscaban su lugar en el mundo. Lo que antes escuchábamos como himnos sobre lo asquerosa que es la vida, hoy cobran un nuevo sentido tras la denuncia de Glass, permitiéndonos empatizar a profundidad con los sentimientos y situaciones que vivió durante su vida con Kath. Ella se refiere a su salida del proyecto como “la decisión más difícil que ha hecho en su vida”, dejando atrás sus composiciones, sus contribuciones musicales y su imagen.
En una entrevista con The Guardian en 2018, Glass habla sobre cómo sus letras son un recurso que sigue utilizando para hablar de su recuperación constante y la decisión de tocar nuevamente las canciones que compuso durante su periodo en los Crystal Castles, dándoles un nuevo significado, re-apropiándose de su contenido y saber que ya nadie puede lastimarla.
Tras esta declaración, concluí que no presentar el álbum es también invisibilizar el trabajo y la historia de Alice Glass. Durante mi investigación noté que aunque algunos medios tanto nacionales como internacionales cubrieron la noticia de su salida del proyecto y su denuncia contra Kath, estos nunca tomaron una postura al respecto, sus textos son apartidistas y meramente informativos, dejando abierto el debate que menciono antes. Sin embargo creo firmemente que en pleno 2020, como parte de una generación que se abandera de ser tan woke y en el contexto en el que me encuentro, un México feminicida que en sus títulos periodísticos culpabilizan y revictimizan con frecuencia a las miles de mujeres abusadas y asesinadas, no tomar una postura y sólo pasar por alto esta oportunidad me hace parte del problema.
Decidí presentar el II de los Crystal Castles por respeto al trabajo de Alice Glass que se encuentra en empoderamiento constante, sin revictimizarla. Invito a Medios, lectores y escuchas a cuestionar el contenido que consumimos, ponerle nombre a las cosas y señalar las conductas que continúan reprimiendo a las minorías, pues desde nuestro privilegio es nuestra responsabilidad utilizar los espacios a los que tenemos acceso para hacerlo.
*Los puntos de vista planteados en este texto representan la postura de su autor, no la de Ibero 90.9.