Por Chelita (@Se_los_dije)
Cuenta la anécdota, que en algún bar de San Francisco, un grupo de chicos se acercó al par de mujeres que se encontraba tocando en el escenario para decirles lo siguiente:
-”Tenemos un consejo para ustedes: consíganse un bajista”
A lo que ellas respondieron:
-“Nosotras también tenemos un consejo para ustedes: consíganse una vagina”.
Ese par de mujeres se hacen llamar Deap Vally, dúo originario de Los Ángeles que no necesita un bajo para quedar bien con alguien, que no están para complacer caprichos y si se les compara con infinidad de bandas, es porque ellas mismas lo hacen evidente cuando se auto-describen como “a scuzzy White Stripes meets Led Zeppelin rock and roll duo”.
Su sonido garage rock, crudo y aceitoso, demuestra que esa guitarra y batería se han desgastado lo suficiente para presentar un álbum debut, titulado Sistrionix (Island Records, 2013). El álbum abre con “Gonna Make My Own Money”, track con el que comenzaron a hacer ruido en julio del año pasado; un mes después ya habrían firmado para Island Records y entonces lanzaron “End Of The World”, single que les daba la bienvenida oficial al mundo de la música.
Con este álbum se han encargado de explotar un sonido sumamente rasposo, de garage sucio y guitarras escandalosas, con una batería que contundentemente marca el paso de cada acorde, todo, sin olvidarse del blues. Basta con escuchar “Bad For My Body” para saber que Deap Vally desborda actitud y estilo, y que gracias a esos shorts diminutos, chamarras de piel y una alta dosis de estrógenos garageros fusionados con un crudo rock, acaparan la atención de sus fans.
Sistrionix está lleno de gritos salvajes a la Karen O, distorsiones atascadas y letras desafiantes. Está claro que decidieron dejar atrás las clases de croché para hacer canciones como “Walk of Shame”, que sacude los nervios a cualquiera. La producción corrió a cargo de Lars Stalfors, quien también ha trabajado con The Mars Volta y Cold War Kids. En esta ocasión Stalfors logró encapsular la esencia de Deap Vally y plasmarla en este primer disco. El álbum cierra y baja la intensidad con “Six Feet Under”, y ahí no hay manera de no recordar a The Black Keys en su etapa más pura, dónde le coqueteaban a un sonido más estridente y menos cuidado.
Las chicas de Deap Vally van por el mundo presentándose descalzas, según ellas, para no perder la conexión con el piso, para sentir las vibraciones del escenario; van de festival en festival, no se andan con medias tintas y han decidido vaciar toda su personalidad en Sistrionix, importándoles poco el qué dirán, incluyendo a aquellos que creen que necesitan a un bajista.