El lunes por la noche, se presentó Radiohead, en el primero de dos shows en la Ciudad de México, parte de su gira ‘A Moon Shaped Pool’. Y sí, olvidamos por un momento a Roger Waters, Peter Hook y Cibo Matto luego de una semana saturada de música con la que iniciaba el último trimestre del año. A pesar del pésimo sonido que caracteriza este venue, las ansias acumuladas de los asistentes se unieron al unísono de una flama que se emulaba en las pantallas de la basta producción de la banda. La guitarra starcaster de Greenwood se transformó en violín y como si se tratase de un grito de guerra, ese sonido transgresor indicaba sólo una cosa: era momento de quemar a la bruja.
Terminada la procesión audiovisual,la puerta se abrió para escuchar la sorpresas que la banda con 31 años de existencia traía para sus fanáticos aztecas. A través de “Daydreaming” les hicieron recordar la delicadeza y prestidigitación al tocar sus instrumentos y así construir atmósferas que contrastan drásticamente entre una canción y otra. Una pupila en las pantallas que se dilataba en cada beat, junto con las de los los casi 20 mil espectadores que abarrotaban el lugar.
Se abrieron igual paso canciones como “My Iron Lung”, que despertó a los fanáticos estancados en el Radiohead de los noventa y que aumentó la fuerza coral del público que seguía hipnotizado por los visuales y el juego de luces orquestados por Thom Yorke. “All I Need” terminaba de cuajar y cohesionar el vínculo entre la banda y los espectadores.
El descontrol despertaba con “Identikit”, el consentido frontman británico daba muestra de sus mejores y aleatorios pasos de baile que resaltaban entre el rojo carmesí de las luces del escenario. Justo antes de entrar al primer encore de la noche, la locura visual y estroboscópica llegó con “Idioteque”.
El desenlace de esta historia llevó a la audiencia a lugares como “Fake Plastic Trees” y a refrendar la tradición millenial de tapizar las gradas con el led de los teléfonos, y la polémica “Creep”, que ensordeció a los oídos más sensibles y a los “melómanos” incongruentes. Radiohead no sólo vino a presentar su gira a México, vino a recordarnos que su innovación y riesgo al construir su música y e imagen, está más fuerte que nunca.
La “experiencia” de los organizadores es la misma que cualquier otro concierto que se da en las inmediaciones de la Magdalena Mixhuca: policías de adorno, revendedores al por mayor, malos tratos en la logística además de que el domo de cobre, pide a gritos un reboot para actualizarse al siglo en que vivimos.