La cara se llena de palidez, se vuelve marmórea y verdosa. Los labios se retraen, se recogen y parecen querer meterse para adentro. Roncos y profundos suspiros se exhalan del pecho, como si nuestra naturaleza anterior no pudiera soportar el peso de esta nueva naturaleza. Los sentidos adquieren una finura y una agudeza extraordinarias. Los ojos penetran el infinito. El oído percibe los sonidos más imperceptibles en medio de los ruidos más violentos.Las alucinaciones comienzan. [...] Los sonidos adquieren color, los colores adquieren música. Las notas musicales son números, y vosotros resolvéis con espantable rapidez prodigiosos cálculos aritméticos a medida que la música penetra vuestro oído. Estáis sentado y fumas; pero crees estar sentado en tu pipa y que es tu pipa la que te fuma; y es tu propio ser el que se desvanece bajo la forma de nubes azuladas. Te encuentras allí muy bien, salvo que te preocupa y te inquieta una cosa: ¿Cómo haces para salir de la pipa? Esta fantasía dura una eternidad. Un intervalo de lucidez nos permite con gran esfuerzo mirar el reloj. La eternidad ha durado un minuto. Del vino y el hachis, Charles Baudelaire.
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Fela Anikulapo Kuti (Nigeria, 1938-1997) la leyenda, el hombre que cargó sobre sus hombros a todo un continente. Su misión, pelear por la descolonización del África negra, enaltecer sus raíces, liberar a los oprimidos y destruir desde sus cimientos a las dictaduras (solapadas por las potencias occidentales) que asolaban su nación y a muchas regiones del continente. ¿Cómo llevó a cabo su titánica (quijotesca) faena? ¿Qué medios empleó para ser un referente dentro de la cultura africana-mundial?
Ritmo, sabor, liberación: music is the answer. Kuti dinamitó el ambiente político y social de su patria con su música, con el exótico encuentro entre el funk, el jazz y los ritmos tradicionales del continente negro. Fela Kuti fue el padre y pionero del afrobeat.
Fela, el músico, peleando no por el dinero, sino por por la justicia, contra el sufrimiento , y peleando por el progreso de su gente, es así como se introduce al ícono en el documental Finding Fela, del director neoyorquino Alex Gibney.
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Fela no sólo se caracterizó por ser un hombre de claroscuros (quién, en su insignificancia, no lo es), su actitud revolucionaria y desenfadada lo equiparaba con un Che Guevara, sin la característica barba pero con el plus de llevar el ritmo en las venas. Su fuerte presencia reposaba en su distanciamiento de lo que las buenas conciencias dictaban como benévolo, Kuti abominaba el establishment colonialista blanco que se buscaba imponer a fuerza de plomo y sangre en África, cada que el prodigio musical tenía oportunidad aparecía en medio de sus presentaciones con un gran porro de marihuana en la mano y se lo fumaba con una actitud desafiante, gamberra y a la vez mística. No cabe duda, Anikulapo Kuti era un adelantado a su época, un transgresor que devino en símbolo de disidencia, virtuosismo y experimentación musical.
Disidente político, férreo crítico del sistema y embajador de la buena nueva africana, Kuti se ganó el odio de los sectores más retrógradas y conservadores de su natal Nigeria. Vilipendiado y sobajado, así fue retratado por los medios fieles al sistema. Lejos de desfallecer, el oriundo de Abeokuta, Nigeria, se abocó a unir a su pueblo, a lanzar metrallas rítmicas libertarias y a fumar cannabis para liberar las conciencias de sus hermanos esclavizados por el brutal capitalismo depredador. Cada que el músico-revolucionario hacía acto de presencia pública se jugaba la vida, su lucha anticorrupción propició una sentencia de muerte sobre su cabeza. El lanzamiento de una nueva producción sonora era símbolo infalible de desafío, con más de cuarenta platos de estudio es obvio que al buen Fela el peligro y las amenazas emanadas del poder, le hacían lo que el viento a Juárez: nada.
https://www.youtube.com/watch?v=KDzmUtMQFlA
A lo largo de su atribulada y frenética vida, la marihuana fue una acompañante fiel para Olufela Olusegun Oludotun Ransome-Kuti (nombre con el que fue bautizado por segunda vez, ya que inicialmente su nombre fue Hildegart, cortesía de un misionero alemán), no obstante, la hierba no definió el camino de su carrera como músico o aguerrido panafricanista. Más bien, su filiación hacia la marihuana pasaba como un gesto de total desaprobación hacia lo políticamente correcto que dominaba las buenas conciencias desde finales de la década de los cincuenta, el american way of life se horrorizó con la aparición en el escenario contracultural del hipismo (emanado directamente de San Francisco y su Verano del amor) que sentó las bases de la rebeldía juvenil moderna. Fumar marihuana era una forma de autodescubrimiento, un desaire hacia las rígidas normas del status quo dominante en gran parte del mundo. Fela, como buen guerrillero y provocador, se pavoneaba por los escenarios con un buen toque de marihuana.
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Su primer acercamiento con la hierba se dio en la adolescencia, una chica nigeriana lo inició en las artes cannabicas. Honesto como pocos, Anikulapo no pudo guardar su secreto y reunió a su séquito de músicos (entre ellos al gran baterista Tony Allen y la diosa de ébano Babi Ani) para desfogar su consciencia:
-Tengo un secreto. Fumo marihuana.
Con una sardónica sonrisa replicaron:
-¿Y? ¿No sabías que todos fumamos?
Atónito, Fela, respondió:
-¿Así que todos fuman?
La fiesta comenzó.
Su tipo de conducta no tenía precedentes. Fumaba hierba en todos lados, rodeado de mujeres: bailarinas y cantantes. Él era una estrella de rock. Era quizás el primer héroe de la contracultura en África. Abdul Okwechime, Finding Fela
Kuti fue un defensor de la libertad colectiva y de la expansión de la conciencia individual, no creía en los límites, por eso expandía (como muchos otros grandes creadores en diversas etapas de la historia) sus capacidades mentales mediante el consumo del cannabis, las puertas de la percepción se abrían de par en par con la inhalación de aquel humo cuasi sagrado. Fela se sentía intocable, inmortal, iluminado.
Mi nombre es Anikulapo. Llevo a la muerte en mi bolsillo. No me puedo morir. Mo me pueden matar. Fela Kuti
Sobre los escenarios evangelizaba, pregonaba la liberación, el poder negro; sus enseñanzas se transmitían por medio de su cóctel sonoro que desembocaba en danzas dionisíacas, pandemonium contestatario que despertaba conciencias. En efecto, la música es un arma.
Puf, puf, puf, pásalo. La palabra mágica de hoy. Finding Fela.
Su domicilio: Kalakuta Republic, además de su hogar, fue su base de operaciones, comuna y estado independiente del gobierno nigeriano (¡omg!), en dicha propiedad, Kuti ponía en marcha sus ideas de convivencia. Refugio de la disidencia intelectual y artística africana, estudio de grabación y remanso para los perseguidos, casa que exudaba los hipnóticos humos de la marihuana, la cual se cultivaba y consumía libremente y sin restricciones. Kuti consideraba a la marihuana como un regalo de Dios para iluminar a su pueblo. El estilo de vida de los residentes de Kalakuta Republic (ubicada en el número catorce de la calle Agege Motor Road, en Lagos, Nigeria) era una afrenta directa al corrupto estado nigeriano. Detrás de la alambrada electrificada, Fela se erigía como figura totémica, rodeado de un harem compuesto por 27 concubinas, 27 reinas africanas dispuestas a cumplir todos sus deseos y fantasías.
Asediados por las “fuerzas del orden”, Kalakuta Republic fue devastada en febrero de 1977, sus habitantes encarcelados, torturados o violados; la madre de Kuti, la destacada activista-feminista Funmilayo Kuti, fue arrojada por una ventana y, posteriormente, murió un año después. No obstante, el corazón guerrero de Anikulapo continuó por su senda victoriosa, ni las más de doscientas veces que lo enviaron a declarar ante los tribunales para no terminar en prisión bastaron para asesinar su espíritu guerrillero contracultural.
https://www.youtube.com/watch?v=XIV5-aIeNss&t=92s
Tras la muerte de su madre, Kuti no sólo se convirtió en un huérfano, perdió su asidero existencial y referente contestatario, sin embargo, su terquedad y fuerza de voluntad lograron devolverlo a las andadas: crear música revolucionaria para cimbrar el corazón de África.
Bocanadas de humo iban y venían mientras el genio en acción, incansable y consecuente, creaba la banda sonora de la rebelión africana. Burlas y arengas en contra del gobierno, el ejército, los emporios petroleros que ordeñaban sin piedad los campos de su país, Anikulapo Kuti poseía una lengua afilada como una espada y la esgrimía a la menor provocación. Sin lugar a dudas, la estrella nigeriana era un hombre valiente.
Una cosa quiero asegurarles a ellos… Si creen que voy a cambiar o comprometer mi actitud y mi estilo de vida o mis objetivos políticos. Me hacen más fuerte. Soy mucho más fuerte ahora. Fela Kuti, Finding Fela.
Evidentemente, estamos ante un genio, un chiflado con un talento nato, provocador, bravucón con delirios de grandeza que, incluso, aspiró a la presidencia de Nigeria para instaurar una visión humanista basada en el africanismo.
Su rocambolesca actitud era tal que creó una mezcla entre la ginebra local (ogogoro) y la cannabis, el sui generis brebaje fue bautizado como “Felagoro”, bebida que consumía durante sus giras europeas y que lo sumergía en un estado de contemplación que lo llevaba a improvisar melodías disonantes por más de 40 minutos, la mayoría de las veces con resultados erráticos pero a la vez avasalladoramente hipnóticos.
https://www.youtube.com/watch?v=Z7OB9W0cAzs
Víctima de su propia leyenda, envuelto en la polémica, reconocido como uno de los más grandes músicos africanos, Femi Anikulapo Kuti sucumbió en 1997 (tenía 59 años, ingenuamente llegó a pensar que viviría 130) ante la pandemia del siglo XX: el VIH. Sus exequias fueron apabullantes, cerca de un millón de personas lo despidieron. En un ataúd de cristal descansaban los restos mortales del ídolo nigeriano, arrullado con música, cantos y, como última ofrenda, un porro enorme de marihuana a la diestra de la estrella para hacer más llevadero su camino al Hades.
La vida de Fela es un exceso de todo, como bien lo señaló la escritora española, y biógrafa de Anikulapo, Sagrario Luna.
Si escuchas mis canciones vas a saber todo de mí, solía decir Kuti. Adelante, el plato está servido y caliente.