Lo tengo de frente y más cerca que nunca. Puedo percibir su olor y escuchar sus voces entre más me aproximo, por más que intento disimular mi emoción, la sonrisa me traiciona. Entre la multitud mis ojos logran enfocarse en el gran letrero que tengo de frente y que se lee “Estadio Azteca”. ¡Increíble! En verdad estaba ahí. Mi primera vez en el Azteca fue inolvidable, algo tediosa, pero al fin de cuentas inolvidable. El encuentro del América frente al Pachuca lucía bastante prometedor. La cantidad de aficionados águilas era evidentemente superior a aquellos forasteros ‘tuzos’, pero esto no se notó al momento de echar porras. A pesar de que las gradas del Azteca no estaban llenas, los cánticos y gritos por parte de ambas aficiones retumbaban en mis oídos.
Muy temprano comenzaron las emociones. Un obús de Paul Aguilar estremeció la madera de la meta de Oscar “El Conejo” Pérez. El dominio americanista era evidente por lo que no sorprendió que las siguientes llegadas también corrieran a cargo del conjunto azulcrema. Pocas noticias de los pupilos de Enrique Meza, sin posesión, sin pasión, sin inspiración. Un cabezazo brutal de Daniel Arreola rompió el empate a cero. Lástima que su testarazo en su propia portería; con tal contundencia, bien podría ejercer de comparsa de Oribe Peralta en el eje de ataque de la Selección Nacional. El primer tiempo terminó con la insistencia estéril del América; muchas opciones sin fortuna.
Sorprendentemente, la segunda mitad no fue tan buena para las Águilas como la primera, pero tampoco lo fue para el Pachuca. Las llegadas al área dejaron de existir y el partido se volvió monótono, espeso. Los cánticos (a veces apesadumbrados, también) como el único recordatorio de que había 22 personas en la cancha intentando apoderarse de un balón. El encuentro no daba para más. Los Tuzos se irían a casa sin festejar goles y los americanistas se tendrían que conformar con una victoria que ni siquiera había corrido por cuenta propia. Victoria al fin, clamarán los pragmáticos resultadistas. Y razón tendrán. El América permanecería, imperturbable, en la cima del torneo.
La monotonía la rompió Ariel Nahuelpán al minuto 78, cuyo remate terso y cruzado al poste izquierdo de Muñoz empató el partido y dio un segundo respiro al conjunto visitante. La felicidad no les duró mucho a los Tuzos; sólo un minuto después, Rubens Sambueza citó a Miguel Layún con ‘El Conejo’, tras una galopada por toda la parcela izquierda a velocidad-Bolt. Fútbol de vértigo. Muy estético, Layún abrió el botín izquierdo y acarició la pelota. Potencia y sutileza a la vez. La victoria americanista, la sexta del torneo después de tres jornadas de sequía, fue culpa de Layún.
Antonio Mohamed declaró que el gol (de Nahuelpán) fue un golpe psicológico, pero conseguir la victoria fue “reconfortante” para el equipo (¿qué victoria no lo es?). Indudablemente el desempeño de sus jugadores tendrá que mejorar para la siguiente jornada si es que quieren seguir sumando puntos; jugando así, quizás el resultado no les parezca tan “reconfortante”.
Estoy segura que al igual que yo muchas otras personas pisaron por primera vez el Estadio Azteca. Quizás la próxima vez presenciemos el debut de un joven mexicano o una histórica final de Copa del Mundo en la que México se corone campeón. En lo que ese día llega puedo decir que mi primera vez en el Azteca fue inolvidable, algo tediosa, pero al fin de cuentas inolvidable.
Regina Bravo // @regina_bg