Una portada perturbante, borrosa, con fresas frescas entre dientes afilados y ojos de mirada amenazante a punto de atacar. Se pensaría que nada bueno podría salir de una combinación tan bizarra, pero las guitarras juguetonas en medio de distorsiones garage, post-punk y noise-rock con voces suaves, hacen un contraste digno de enganchar cualquier oído.
Inconformes tal vez, han cambiado de nombre en varias ocasiones y hoy los conocemos como Thee Oh Sees, quienes obsesivos de la grabación, entregan este año Floating Coffin, álbum que destaca notablemente de sus producciones anteriores. Un disco en el que los oriundos de San Francisco no abandonan el sonido garage rock que los caracteriza, pero en el que explotan también la psicodelia con la que han coqueteado en los últimos años.
Como si se tratase de una saga, Thee Oh Sees entrega cada año un álbum (o dos), algo arriesgado para estos tiempos en los que hacer, producir y distribuir un disco no es cosa sencilla. Para John Dwyer, líder de la banda, parece ser un capricho anual; la monotonía no es lo suyo, se trata de evolución porque con Thee Oh Sees casi todo es impredecible.
Siempre dejan que algún instrumento destaque, una flauta, a veces un violín; en Floating Coffin las guitarras hacen de las suyas, basta con escuchar las traviesas distorsiones de “Toe Cutter – Thumb Buster” o los sintetizadores en “The Floating Coffin” para comprobarlo.
No es casualidad que al escuchar este disco se encuentren similitudes con bandas como The Beach Boys hasta Tame Impala; Thee Oh Sees comenzó a germinar a finales de los años 90, aunque con diferentes alineaciones y nombres como Orinoka Crash Suite o simplemente como OCS, de ahí las influencias que derivan y generan con su particular estilo.
Thee Oh Sees trabaja de manera muy peculiar, como si fuera una tarea escolar, cada quien hace “lo que le toca” y al final se reúnen en el estudio, pero esta vez el proceso de grabación fue diferente, digamos que ahora sí se juntaron a trabajar en equipo y armar todo desde cero.
Tal vez por eso Floating Coffin se vuelve un tanto demencial, las guitarras aceleradas y sonidos alucinógenos tocan una puerta psicodélica sin pena. Dwyer demuestra que podrá tener ideas disparatadas con la banda, que siempre estará dispuesto a arriesgar o experimentar pero no a improvisar, mucho menos en este álbum que parece haber sido concebido con mayor detalle y cuidado.
Hay bandas que buscan destacar cada cierto tiempo con videos, giras mundiales, premios obtenidos, listas de éxitos y un largo etcétera; Thee Oh Sees ha decidido persistir con un álbum anual. Floating Coffin, es el disco más equilibrado de su carrera, el más consistente sonora y conceptualmente, es el álbum en el que tras coquetear con el folk o el punk, por fin le dan al clavo y encuentran un punto medio en ese sonido que tanto han buscado.
Detrás de esas fresas apetecibles, hay ojos y dientes que intimidan, así son las letras de este disco, sobre sangre y muerte, pero con mucho humor negro. Eso lo explica todo, aquí nada es lo que parece, la intención con esta entrega era hacer un material líricamente oscuro. Eso le da a Thee Oh Sees los recursos necesarios para acentuar su buena reputación como acto en vivo, donde demuestran que las guitarras alocadas, visuales caricaturescos o terroríficos invitarán a un headbangeo colectivo en cada show.