El agua como elemento artístico
Por: Ekatherina Sicardo y Edgar Martínez
León, Guanajuato es una ciudad del Bajío mexicano que como propuesta de política pública ha tomado al ámbito cultural como forma de desarrollo, no sólo social sino también económico. Dentro de estas propuestas el Festival de Arte Contemporáneo de León pretende ofrecer una curaduría de manifestaciones artísticas que recorren varias disciplinas.
En nuestro país, la CDMX es el espacio geográfico que se apodera de la mayoría de los espacios culturales, desde teatros hasta los museos. En este sentido, la posibilidad de poder enlazarnos con manifestaciones de arte contemporáneo se reduce si tenemos en cuenta que la mayoría de las ofertas culturales fuera de la capital del país, tienen relación con discursos arqueológicos, de historia del estado o municipio y sobre todo, con arte local. Es difícil encontrar propuestas de arte contemporáneo.
Por otro lado, el arte no puede escapar de las condiciones históricas que le toca vivir, en este sentido, el tema del festival es el agua, no sólo como recurso natural sino como elemento relacional, es decir, como algo con lo que nos vinculamos no solo desde beberlo sino como un objeto que administramos desde la política, con la que producimos, nos entretenemos, creamos espectáculo y sobre todo, es condición de existencia.
Al filo del Día Cero
Hablar de la necesidad del agua parece algo demasiado obvio, pero si tenemos en cuenta que el tipo de desarrollo económico y demográfico que sobrellevamos están causando la escasez del agua, y este proceso es desigual de acuerdo a las condiciones socioeconómicas y culturales de las comunidades humanas. Por ello, Día Cero, fue el subtítulo del FIAC 2018, como premonición que más que una frase de boom publicitario es lamentablemente, casi una realidad.
El auditorio Manuel Doblado, recinto construido a finales del S. XIX, se convirtió en el espacio inaugural del festival. La danza contemporánea, corrió bajo la dirección y coreografía de la reconocida bailarina Tania Pérez Salas, que presentó las piezas Religare y Las Aguas del Olvido.
Religare la primera pieza presentada, se compone de movimientos e intensidad impresa en cada baile, haciendo alusión a la construcción y modificación del espacio que hacemos como humanos, que aunque sirve como resguardo, también se convierte en una prisión de concreto. La tierra, tomó el espacio del escenario como objeto que se escurría por los cuerpos, los llenaba de sustancia, de soporte pero también los hacía enclaustrarse. Exponiendo una paradoja entre lo material y lo abstracto.
La segunda pieza, Las Aguas del olvido llenó de asombro a los espectadores, el escenario se convirtió en un espejo de agua, dando el efecto por momentos de un baile doble, el de los y las bailarines y el de su reflejo que se fusionaban en una pieza única que puso de pie a parte del publico. El agua, no solamente un recurso consumible, sino como un elemento de relación estética que brindaba un efecto visual en el espacio mismo, que permitía la danza.
Pensar que el lugar del teatro o el museo, aún cuando su entrada sea gratuita, es definitivamente una barrera para el ingreso de muchos sectores sociales, en ese sentido, debiese haber un cuidado de crear manifestaciones que se apropien del espacio público.
Así el teatro callejero logra ser una vinculación mucho más directa como experiencia y no como actividad solemne. Dentro del FIAC 2018, la compañía experimental Luna Morena, presentó Cuentos para no dormir. Historias para niños que tenían finales estrepitosos y desastrosos, negando la moraleja y haciendo de la risa, la duda y el desastre un mecanismo para dejar la idea del niño obediente por la del niño espectador y sobre todo, con su propia fuente de discernimiento.
Un espectáculo realizado con marionetas basado en el clásico infantil Struwwelpeter (Pedro Melenas) del Dr. Hoffman. Una serie de historias protagonizadas por niños con un mal comportamiento, algunos de ellos se chupan los pulgares, otros juegan con fósforos, al final todos reciben un castigo.
Tres fueron las funciones que presentaron esta compañía de teatro en plazas publicas de la ciudad, una de ellas fue “El Pozo de los mil demonios”, que narra la historia de la Jacinta una niña que viaja atreves de un pozo, para recuperar el cántaro que contiene el agua de la vida.
La artista estadounidense Katelyn King, presentó una remembranza de la pieza de John Cage, Water Walk. Dicha pieza fue presentada en 1960 en un programa de televisión, pertenece a la generación de la Nueva Música, que pretendía hacer obras musicales con sonidos de la cotidianidad, proclamando que, todo objeto en su estar en el mundo tiene una sonoridad al estar en contacto con el ser humano y que esta podría ser utilizado como parte de una composición.
En especial la pieza de Water Walk, es una composición hecha con objetos cotidianos que tienen que ver con el agua, desde un vaso de whisky hasta un patito de hule. La representación de King, además incluyó otras obras, como la de To earth, también de John Cage. En general las obras presentadas por la joven artista remiten a un uso acerca del agua, sobre todo en los alimentos, hacía presente el hecho de que una de las formas de exportación de nuestro país hacia otros (sobre todo USA) es en la exportación de alimentos, dado que todo cultivo necesita y todo alimento contiene el líquido vital, esto lo hizo presente con su enunciación de “Puedo beber sin comer, pero no puedo comer sin beber”.
Por otro lado fue curioso el hecho de que una de sus piezas incluyese el sonido de un radio, esto hizo que acompañando a su presentación sonarán desde canciones del género banda hasta anuncios de detergentes, haciendo que la presentación de la pieza siempre sea única pues depende del azar de los sonidos de la radio locales y del tiempo histórico en el que la composición sea ejecutada, lo que marca uno de los principios de la composición de Cage, el azar como elemento participante y disruptivo de la creación artística.
Futuros posibles
Acompañando al festival, hay una serie de exposiciones de arte contemporáneo. Entre ellas, sobresale la de Día Cero: Todos los futuros posibles, que era una interlocución de distintos núcleos que plantean problemáticas sobre el agua, su uso en la industria pero también las posibilidades desde la investigación para poder ahorrar y encontrar soluciones para el desabasto del líquido vital. Había un encuentro de distintas materialidades que conformaban las piezas de la exposición, desde popotes y rafia, hasta peceras o madera en una barca.
El arte contemporáneo tiene entre sus posibilidades el uso de otras materialidades distintas al óleo sobre lienzo, esto, porque históricamente hubo una ruptura pero también tiene que ver con un postulado de que otro tipo de objetos y texturas pueden hacernos reflexionar y relacionar con lo expuesto.
Por supuesto, también es controversial dado que la realización de algunas piezas no necesariamente son hechas desde el propio artista que funge como autor de la obra y por otro lado, para la mayoría del público aún es difícil vincularse con dichos objetos pues, están acostumbrados a un concepto de arte que está dentro de soportes más tradicionales.
La exposición de Día Cero, une a artistas como: Eduardo Abarona, Patricia Andrade, Cecilia León, Alfonso Mena, Reynaldo Thompson, Boris Viskin, entre otros. Un conjunto de artistas nacionales e internacionales se conjugan en una curaduría que va llevando al espectador a diversas problemáticas acerca del agua, así como una exploración de los elementos visuales que tienen que ver con el líquido vital, por ejemplo, como los ríos subterráneos.
Volviendo a la musicalidad, otro de los proyectos que se presentó como parte de las exposiciones fué Ballena Gris de Ariel Guzik, que consiste en un instrumento musical que a partir del estudio, investigación e imitación de las ondas sonoras de delfines y ballenas intenta crear sonidos que puedan comunicarse con estos animales en su entorno natural.
El artista mexicano, suele trabajar desde la sensibilidad para descubrir la musicalidad del entorno natural y crear artefactos que permitan reproducirla, estudiarla y crear comunicación con ella, en este caso, creó un objeto que crea vibraciones que se traducen en sonidos para delfines y ballenas, que comunican mensajes como intenciones, señales, comunicación espacial, etc.
Desde el video arte, el FIAC 2018, propone el proyecto Intermolecular, que es una serie de videos de distintos artistas que estudian la relación del agua con distintas problemáticas, por ejemplo campañas de concientización o los problemas de contaminación del agua. Algunos de los participantes, son: SOS Mata Atlántida, Ileana Ortega, Sara Zorranguino, Juan Ándres, entre otros.
La presencia de la compañía Finlandesa WHS se hizo presente en la alberca de la deportiva Enrique Fernández el espectáculo “Dive”, en la que la protagonista literalmente flota sobre el agua, colgada de una plataforma de la que se sujeta una cuerda, en la que la ingravidez se vuelve una danza aérea, al incorporar el agua como una atmósfera.
El trabajo visual corre a cargo de director de escena Kalle Nio que combina varias disciplinas como historia de arte, circo y teatro. En conjunto con la diseñadora de escenario y vestuario Anne Jamsa. El trabajo de ambos luce gracias a las ejecuciones de la bailarina contemporánea y acróbata aérea Salla Hakampaa, quien además de “Dive” también protagonizo la pieza llamada “Pinta” la cual se presentó en el Teatro María Grever creado una ilusión de ingravidez al permanecer colgada únicamente de una cuerda en medio de un escenario vació, en que sigilosamente comienza a girar, creando una tensión entre la cuerda y la interprete, que crea ondulaciones artísticas que permea los sentimientos del publico.
Cumbiancherísimo fue el titulo que se le dio a la sinergia musical de tres agrupaciones, Sonido Gallo Negro, Tropikal Forever y Grupo Kual?, una conjunción de ritmos, colores y ritmos que van de los tropical a lo electrónico, un espectáculo que como en su mayoría fue gratuito y se presentó en la Plaza Fundadores de la ciudad.
El FIAC 2018, es una propuesta multidisciplinaria que parte de los preceptos artísticos nacidos el siglo pasado, que en un primer momento intentaron corromper el sistema artístico, burlándose, haciendo visibles otras materialidades, otros juegos con el espectador y reconfigurando la figura del artista no como un productor sino como un problematizador. Algunas de esas intenciones siguen presentes, como en el teatro callejero, la danza contemporánea, el video arte, etc. y algunas han sido bien captadas por el sistema artístico, la Crítica y el Mercado del Arte, como el trabajo objetual.
Hablar del agua se vuelve urgente. Y hacerlo desde distintas perspectivas nos permite poder acrecentar los frentes de reflexión, donde dicho elemento natural deje de verse como un recurso disponible para el consumo y se haga conciencia de las implicaciones de sobrevivencia, simbólicas, culturales que enmarcan nuestras relaciones con el agua. Además de hacer presente que el acceso al líquido vital es desigual y depende de las condiciones socioeconómicas así como de las políticas de administración que tienen que ver con el Mercado y las políticas públicas de los Estados.
No se niega la urgencia de enfrentar el problema y la necesidad reflexiva. Hacerlo a partir de la política cultural del Estado es una obligación, ahora habríamos de preguntarnos si la modalidad de festival como parte de un circuito artístico es la mejor herramienta de articulación comunitaria, sobre todo si tomamos en cuenta que los festivales culturales de México subsisten a la inversión pública, es decir, los impuestos de ciudadanos que exigen espacios culturales como una forma de integración comunitaria. Y al final, eso es el objetivo de las manifestaciones artísticas, hablar de lo que es importante.