Érase una vez: Cuentos y refritos en Hollywood

“Ya se les acabaron las ideas” susurra alguien en la sala después de ver los trailers antes de que inicie la función. Definitivamente las super-producciones de Hollywood parecen cada vez depender más en las adaptaciones de cómics, remakes, reboots o en la tendencia que se ha vuelto popular en los últimos cinco años: reinventar cuentos de hadas e historias clásicas. Con el éxito que ha tenido Maléfica en el cine, es difícil no preguntarse de dónde proviene el persistente deseo de tomar cuentos conocidos para transformarlos en productos que rara vez logran superar el 45% de calidad en Rotten Tomatoes.

alice in wonderland

Si hay algo que Hollywood ha aprendido es que la familiaridad atrae a las masas. Películas como John Carter (2012) y Pacific Rim (2013), a pesar de que ambas contaban con todos los recursos para ser un éxito en taquilla, fallaron tremendamente en sus estrenos en Estados Unidos. Parte de esta situación se le atribuye a que eran productos cuya novedad creó un distanciamiento entre la gente. Por otro lado, siete de las diez películas más taquilleras son secuelas, entre las que se encuentran títulos como Avengers (2012), la última cinta de Harry Potter (2011), Iron Man 3 (2013), etc. La similitud que tienen las secuelas y los cuentos de hadas es que ambos descartan el proceso de familiarización porque ya se logró en sus primeras partes o porque pertenecen a la cultura general respectivamente.

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Los cuentos de hadas por lo general tienen una estructura sencilla, personajes simples y finales felices, razón por la cual funcionaban tan bien en caricatura y para un público infantil y los padres acompañantes. Estas nuevas adaptaciones están dirigidas a un público adolescente, películas como Red Riding Hood (2011) y Snow White and the Huntsman (2012), incluso se aventuran a darle un giro al rol femenino de inocencia que caracterizaba el material original. Por otro lado, títulos como Hansel & Gretel: Witch Hunters (2013) apuntan a combinar la fantasía con la acción, experimento que demostró ser poco efectivo en ambos géneros. El universo de estas películas tiene entonces que expandirse y complejizarse, pero difícilmente hay un verdadero intento de innovar cuando se trata de llegar a una audiencia joven, por eso es que casos sobresalientes como Blancanieves (2012), de Pablo Berger, película muda y que reimagina a Blancanieves como torera, no son el tipo de plato que Hollywood busca cocinar.

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El tercer punto son los avances tecnológicos que han permitido que el género fantástico se haya enriquecido estéticamente desde la invención de las imágenes generadas por computadora a finales de los ‘80 y principios de los ‘90. Con esto, las dimensiones de una película pueden crecer de manera apantallante como es el caso de Jack the Giant Slayer (2013), que pasa de ser una aventura originalmente sencilla a una guerra épica entre humanos y gigantes, en un mercado en el que tal vez ya hemos demasiado de lo mismo. Similarmente, los mundos pueden enriquecerse visualmente, incluso hasta un punto empalagoso, como se hizo en Alice in Wonderland (2010) de Tim Burton y en Oz: The Great and Powerful (2013). Al final, una gran parte de lo que define si la gente acude a ver una película es el espectáculo visual que promete en sus trailers, independientemente de la calidad de la trama, sino lo creen, pregúntenle a Transformers.

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Para las productoras, los refritos de cuentos son una apuesta segura. La participación de actores de alto calibre y la actualización de los roles de los personajes hace aún más atractiva la experiencia de volver a ver “la historia que ya conoces.” Pero la realidad es que es complicado innovar las historias que dieron lugar a los clichés, que finalmente, de una manera u otra terminan por ser respetados en estas nuevas películas. Y claro, retomar cuentos clásicos no es novedad, pero en vista del éxito que el género fantástico tuvo con Harry Potter, la necesidad de aprovechar el terreno sin introducir material de otras fuentes que sea popular entre el público adolescente como The Golden Compass (2007) o Prince of Persia: The Sands of Time (2010), que no llegaron a teners secuelas, hace que se prefiera no salir de la zona de confort. Con una adaptación de Cenicienta, una de Pinocho producida por Guillermo del Toro y una precuela del Mago de Oz, el futuro promete bastantes más de estos trabajos y seguramente muchos suspiros fatigados en el cine.

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