Relatos Salvajes de Damián Szifrón es mucho más que el fenómeno de taquilla y crítica de este año en el cine argentino. Es una muestra más de cómo las películas abrevan en la realidad social y, cuando en verdad conectan con el público, establecen un diálogo que les da una fuerza y verdad incomparables. De eso se trata esta entrevista que le hice a su director en el marco del Festival Internacional de Cine en Morelia.
More: Tu película dialoga de una manera muy particular con la realidad actual de Argentina, como están empezando a dialogar otras películas en México y en otros lugares. Me parece que hay un cierto cansancio, hartazgo o enojo que, de alguna manera, denota un retrato muy particular de lo que pasa en Argentina y que al mismo tiempo podría ser universal. ¿Qué me podrías decir de esto?
Damián: Estoy de acuerdo, creo que la película definitivamente toma situaciones de la vida cotidiana o se inspira, o se deja influenciar por aspectos de la actualidad que pueden crispar o alterar el comportamiento natural de una persona. Pienso que somos mucho mejores de lo que expresamos porque simplemente la cantidad de estímulos negativos a los que nos vemos expuestos a diario va distorsionado nuestra naturaleza, nuestros vínculos con los demás, con nuestros familiares, con el trabajo. Claramente la película toma esas imágenes y después juega con ellas de una manera cinematográfica. Creo que es una película que celebra la ficción en cada paso y, de pronto, aun con situaciones cotidianas de las que estás describiendo relativas al estado sociocultural, socioeconómico y cultural de un país o de una civilización, la película también se la percibe como pura ficción, como si fuera un cuento para adultos. De hecho, los referentes que tenía a la hora de imaginarla eran: La Dimensión Desconocida, Alfred Hitchcock Presenta y Cuentos Asombrosos.
More: ¿Cómo nace el proyecto y qué significa para ti el éxito extraordinario que ha tenido fuera, pero particularmente en Argentina?
Damián: Fue un proyecto involuntario, es como un hijo no deseado pero del que de pronto te enamoras y te hace tremendamente feliz. Quería hacer otras películas, desarrollar otros guiones. Nunca me propuse hacer éste pero estas pequeñas imágenes, estas pequeñas historias me empezaron a perturbar, de alguna manera, desde que aparecían las ideas y no se iban y me distraían de lo otro que yo quería desarrollar. Me generaba la suficiente intriga como para dedicarle mi tiempo. Y empecé a explorar y me liberó mucho como autor el desarrollar esta película porque, de pronto, en dos noches escribí un relato, y sin darme cuenta fui escribiendo el segundo, el tercero, el cuarto y de pronto noté que estaban vinculados, que era un mismo espectáculo, una misma película, una misma experiencia cinematográfica y vi un proyecto que se armó de forma involuntaria. Así que apenas lo di a leer, recibí tantos comentarios favorables y los demás encontraban tanta frescura -y yo había disfrutado tanto escribiéndolo- que sentí que era el proyecto que tenía que hacer, que había nacido de la libertad, y el arte es la práctica de libertad. Así que me metí con este proyecto y después lo vi crecer, desarrollarse, reunir a tanta gente que admiro, que respeto: actores talentosísimos, productores como Pedro Almodóvar, músicos como Gustavo Santaolalla. Lo vi desde cero ir ganando volumen, dimensión, profundidad y cuando eso lo estrenas y genera las reacciones que generó esta película en Argentina y en otros festivales donde la estamos presentando, o cuando la invitan a la competencia oficial del Festival de Cannes, no paras de brindar, de agradecer y celebrar.
More: ¿Cómo hacer una película con seis relatos que no sea dispareja y que no se caiga?
Damián: La verdad es que no fue una preocupación. Creo que eso [la inconsistencia] aparece cuando un autor o un productor se le ocurre reunir distintos relatos, distintos cuentos, a distintos directores. Esta película la diferencia que tiene es que está toda pensada y orquestada por una misma persona, entonces, realmente tiene una cohesión que de pronto otras antologías no presentan porque, simplemente, los directores no trabajaron juntos, y cada uno filmó cinco días y se fue. Acá, no hay ningún cuento que sea de relleno, cada uno vibra por razones diferentes y conecta con distintos tonos y, al mismo tiempo, por una cuestión de progresión y también de variación, va componiendo el ritmo que la película necesita para alcanzar su clímax.
More: De hecho, se construye, además, un arco dramático completo entre los seis.
Damián: ¡Exacto! Es como un álbum de rock conceptual, es decir, The Wall de Pink Floyd, puedes escuchar los temas por separado pero escucharlo entero, de punta a punta, genera otro tipo de sensación. En este caso, creo que es así: se podrían ver, por supuesto, por separado, pero hay algo de la concepción general que requiere hacer ese viaje.
More: ¿Cómo te ayuda como director escribir tu propio material?
Damián: La esencia de lo que hago para mí está en el guión. En el momento en que aparecen las ideas, eso es lo que a mí me moviliza. Desde los primeros cortos, desde mi primera conexión con el quehacer cinematográfico, la idea preexiste al hecho de agarrar la cámara y rodarlo. La dirección siempre fue un complemento o la realización de algo que primero fue concebido. Hice varias series de televisión, escribí un episodio mientras dirigía otro, mientras compaginaba otro; digamos que estaban abusando de mi ‘director’ el resto de los aspectos y estaba muy al servicio de los guiones. Es decir, yo tenía la sensación de que cuando terminaba un guión, la película ya estaba; yo ya la había visto, ya sabía lo que había que hacer y después, de alguna manera u otra, iba a sufrir más o menos para igual lograr poner lo que había en el papel, en el cassette o en el rollo de película. En algún momento sentí que no, que quería que la dirección fuera una esfera de trabajo totalmente diferente, que se pudiera reinventar la película y darle otra dimensión. Así que me dediqué a escribir durante un buen tiempo antes de que viniera el momento de dirigir. Así fue Relatos Salvajes que, en el proceso de dirección pienso que creció mucho el material pero las ideas, la improvisación, el aspecto bestial en el sentido más artístico se produce durante la escritura.
More: ¿Y ese guionista-director tiene en mente a un actor en particular cuando está escribiendo el papel?
Damián: Muchas veces sí, a veces no, a veces lo que tienes en la cabeza es la mezcla entre distintos actores o, incluso, personas reales. Últimamente me sirve el hecho de pensar una historia con una persona. Y lo hago, lo actúo, lo imagino, lo sueño de esa manera y después busco un actor que lo interprete. Pero sí tenía el deseo de trabajar con Ricardo Darín, con Óscar Martínez; quería volver a trabajar con Érica Rivas (que es la novia del final), con la que habíamos hecho un piloto en algún momento, y tenía ganas de cruzarme en un set con todos los actores. Para nosotros [en Argentina] son todos muy conocidos, es como tener un dream team de celebridades que normalmente no las ves en una misma película porque cada uno protagoniza la suya.