Por: Roxana Aguilar y José Garrido Desde los temibles disfraces hasta las coloridas ofrendas, los festejos de Halloween y el Día de Muertos, han estado presentes en las celebraciones de todos los mexicanos año con año. Pero ¿Dónde comenzó? ¿Por qué celebramos a los muertos? ¿Qué buscamos con las ofrendas?
Todo inició como un ritual que se celebraba en Agosto de acuerdo con el calendario Azteca. Los prehispánicos celebraban a sus difuntos y se veneraba a Mictecacihuatl “Diosa de la Muerte” que más tarde se convertiría en la popular Catrina. Durante la evangelización, la fecha se cambió para hacerla coincidir con el Día de todos los Santos y Todas las Almas, es así como hasta la fecha, se celebra el primero y dos de noviembre.
Con el paso del tiempo, las calaveras dejaron de ser verdaderas para volverse de azúcar o chocolate y los rituales se convirtieron en ofrendas llenas de comida, donde no pueden faltar las velas para iluminar el regreso de nuestros queridos, sus fotografías y las flores de cempasúchil. En la mesa, pan de muerto que se comen los vivos y dentro de las pláticas, el peculiar sentimiento de recibir con entusiasmo a los muertos.
Por otro lado, Halloween proviene de una costumbre celta, en donde se celebraba el fin de la temporada de cosecha y se recibía a la época más obscura del año, que se relacionaba con los muertos. Se creía que el 31 de octubre era el día en que las almas podrían pisar el mundo terrenal y por ello se portaba una especie de disfraz que tenía como intención ahuyentarlas para que no se llevaran a los vivos al otro mundo. En el siglo XIX, los inmigrantes irlandeses llegaron a Estados Unidos con la tradición de All Hallow´s Eve que rápidamente fue adoptada y se expandió por el continente americano.
México alberga terroríficos adornos y disfraces un día, mientras que al siguiente, es la casa de miles de tumbas y hogares adornados de flores naranjas, comida, fotografías, velas y música. Sin lugar a duda, es la época del año en donde, una noche el objetivo principal es aterrorizar a todos, incluso a los muertos, pero en la noche siguiente, nadie se preocupa por correr de los fantasmas, por el contrario, todos esperan ansiosos su llegada para encontrarse de nuevo, aunque sea por una noche, con sus seres queridos.