Drunk Tank Pink y la tensa calma de Shame en tiempos de pandemia
Hace más de 40 años, a inicio de los años 80, un grupo de psicólogos, —en uno de esos estudios que a veces nadie entiende cómo iniciaron— pintaron de color rosado las cárceles en ciertos lugares de Europa. Y el estímulo en los presos resultó en una considerable reducción en su agresividad. A ese color le llamaron Drunk Tank Pink, tal como Shame decidió nombrar su segundo trabajo de estudio, elegido como el Extracto de la semana en Ibero909.
En este 2021, la expectativa sobre la llegada de nuevos discos parece crecer como una ola mientras se desarrolla una nueva industria musical, en medio de uno de los momentos más álgidos de la pandemia de Covid 19, aunque muchos se refieran erróneamente a esta en pasado.
Por su fecha de lanzamiento, apenas el 15 de enero, este rugir de los del sur de Londres en el futuro quizás quede registrado como un estreno de la era “postcovid”, aunque en realidad fue grabado e ideado mucho antes de imaginar una vida en el encierro.
Drunk Tank Pink se realizó en enero de 2020, con James Ford como su productor. Con todo listo para su estreno, llegó la pandemia y el lanzamiento debió retrasarse.
A lo largo del álbum, Shame nos transmite una especie de sentimientos que parecen premonitorios de lo que nos llegaría a partir de los meses de marzo y abril y en adelante hasta hoy, si se considera que está placa fue hecha un poco antes.
Energía reprimida, insomnios y ganas de volver a la ebriedad y la vagancia, como la de aquellos borrachos que tuvieron la mala suerte de encontrarse con un policía en su camino, cayeron en una celda y el “drunk tank pink” en las paredes redujo su agresividad y euforia.
Después de andar de gira por todos lados, con una serie de más de 300 conciertos, los aún adolescentes Charlie Steen, Eddie Green, Charlie Forbes, Josh Finerty y Sean Coyle-Smith necesitaban con urgencia detener su desefrenado camino en la carretera de esa romántica y peligrosa historia de lo que se supone debe ser un rockstar.
Con el deseo de parar por un momento, los ingleses se guardaron un poco antes que todos nosotros —si llevas la cuenta de tus días guardado y alejado de la vida social, agrega unos más a los integrantes de Shame— para crear esta nueva placa, y vieron cumplido su deseo aunque no como lo deseaban debido a los efectos la pandemia: cancelación de conciertos y nuevo álbum enlatado hasta nuevo aviso.
Y precisamente a su regreso tras detener la gira, fue el vocalista Charlie Steen quien en un intento de volver más agradable su decadente encierro en el hogar, pintó las paredes de su habitación de color rosa que ha dado nombre y feeling al álbum.
Musicalmente confirman ese sonido que los ha puesto en la conversación junto a los IDLES y Fontaines DC en canciones como “Alphabet”. Pero también hay un compromiso evolutivo con su música, en “Nigel Hitter” dan un paso adelante utilizando curiosamente a clásicos como Talking Heads de inspiración.
El guitarrista Sean Coyle Smith regala uno de los riffs de guitarra más misteriosos que haya escuchado últimamente en “Born In Luton”, pieza que llega a su fin en una tensa calma, como esa que se vive en los separos mientras en tu cabeza solo ronda la idea del momento en que saldrás de allí, aunque sabes que serán horas largas. Sentimientos de pandemia otorgados por una cárcel sin barrotes.
Con una serie de cambios e interesantes virajes para evitar que el álbum caiga en el tedio, Shame inaugura la segunda parte del álbum con “Snow Day” y después de eso no hay marcha atrás; todo será un sonido espeso e inquietante.
En “Human For A Minute” se cuestionan el derecho a sentirse un ser humano mientras se está en la posición de llorar con los santos y reír con los pecadores. Justo ahí es donde llega la confirmación de que el ruido generado en su primer trabajo no fue coincidencia mientras la adrenalina se va al límite con “Great Dog” y “6/1”.
Una vez que has llegado a la antesala del cierre de este disco en “Harsh Degrees” estás listo para saber que “Station Wagon” será el epílogo del trabajo que confirma que una historia se está escribiendo en el sur londinense con Shame como protagonista, una que cae perfecto al mundo de las guitarras, el ruido y la música inquietante. Veremos que pasa y si logran dar cara por el rock and roll.