DOMi & JD BECK: forza natura, el jazz y lo analógico en el AXE Ceremonia 2023
DOMI & JD BECK, con la pinta inconfundible de un personaje de Hey Arnold!, comenzaron su show con composiciones propias y un popurrí de Madvillain; incluyendo un cover a "All Caps" del Madvillainy, uno de sus álbumes favoritos. A pesar de privilegiar el sonido de los bajos en sus canciones, fue inmediatamente evidente que su música requiere de la escucha atenta a sus matices altos y medios, sobre todo en la cancha de las percusiones.
El audio del escenario GPI tardó un poco en ajustar, pero lo hizo justo a tiempo de la presentación de una de las piezas más fuertes: una composición realizada en conjunto con el legendario Herbie Hancock, con obligada dedicatoria.
Nubes tornasol en el horizonte, tintes anaranjados, grises y púrpuras, contribuyeron al florecimiento de una sensación de frescura natural. Ver a dos personas tocar y cantar tenuemente sobre música de alta complejidad rítmica y melódica construyó una perfecta experiencia analógica, extraordinaria entre las propuestas multigénero del festival. Echando mano de piezas compuestas por ellos mismos para su álbum NOT TiGHT, publicado por la indiscutible Blue Note en 2022, DOMi y JD continuaron andando tranquilos a través de un set de 50 minutos para un público incrédulo, rebajando las exigencias y generando una suerte de espacio chillout. Utopía entre el estruendo y la energía pura de un festival que se acerca lento y seguro a las frecuencias de la noche.
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La destreza técnica del dúo mantuvo los ojos del público en el escenario y las pantallas. Encuadres de destellos geniales ayudaron a que quienes asistieron estuvieran más presentes, a pesar de que el sonido era invadido constantemente por ecos de electro inmisericorde de la carpa Traición, eliminando el silencio y socavando la intimidad del show en varias ocasiones. En algún punto, Beck se refirió a estos sonidos como "los láseres", con una notable confusión, aunque también dio cumplidos sinceros a quien estaba tocando a la distancia.
La actitud alivianada de Domi y JD, a quienes incluso les dio un poquito de vergüenza cantar, contrastó y aligeró mucho la genial ejecución de las piezas de su único álbum; al ritmo marcado por sus pies y las cabezas de los funky homo-sapiens afortunados presentes. Un show perfecto en su imperfección, virtuoso en su sencillez, en la calidez de una puesta de sol en primavera. Música increíble que, más que irradiada a la Tierra desde el espacio exterior, fue hecha al momento (sin setlist, según DOMi) por dos humanos para el resto: pasta fresca.
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