Death Cab for Cutie: nostalgia que tardó en llegar
El aroma del incensario que se consumía en el estado de Washington en la última década del siglo pasado, influenció aromaticamente la curiosidad de las mocedades de la época sin lugar a dudas.
Este influjo alcanzó en la pequeña ciudad de Bellingham, cerca de la frontera con Canadá, a un joven Ben Gibbard que con apenas dos décadas de existencia y algunos compañeros de la universidad jugaban desde su sótano a hacer música. Un cassette de nombre You Can Play These Songs with Chords comenzó a rolar por los alrededores y una banda salida prácticamente de la nada, pero con talento en sus presentaciones y letras de lo más arraigadas al espíritu del Pacífico-Norte estadounidense, dio una gran sorpresa.
Era el año de 1998 y su primera producción Something About Airplanes con Barsuk Records le abrió la puerta a su sonido refrescante; un indie-rock que no pasó desapercibido por las radiodifusoras y los críticos, cosa que se reflejó en los radioescuchas con una creciente base de fans que no ha parado de aumentar.
Hace 15 años eran otros tiempos y mientras la banda formada por Chris Walla, Nick Harmer, Jason McGerr y Gibbard, se enfrentaba a un ligero cambio de alineación lanzaron Transatlanticism, probablemente su mejor experimento sonoro, donde se encuentran así mismos en una clara renovación, entre su madurez y sus anhelos más tiernos, una suerte de sello al equilibrio lírico que los ha caracterizado desde el comienzo. Mientras el mundo se sanaba a sí mismo lesionandose cada día, una generación buscaba adaptarse al milenio con bandas como Death Cab for Cutie.
“Siento que este disco es definitivamente un álbum en condiciones. Hemos intentado construirlo con transiciones de canciones entrando y saliendo de las otras, y creo que esto lo expande más que el anterior".
Ben Gibbard, sobre Transatlanticism.
No es coincidencia que después de veinte años, ocho producciones de estudio, divorcios, el salto a Atlantic Records y la salida del guitarrista y productor Chris Walla, hayan titulado a su nuevo álbum Thank you for Today; una oda melancólica a los dilemas más profundos de la adultez, cubierto por melodías sin sobresaltos y progresiones delineadas sutilmente hacia una perfecta elegía que resulta completamente atractiva.
Tampoco es casual que haya sido lanzado justamente tres meses antes de su primera presentación en Latinoamérica, porque sí, nunca nos habían visitado y el próximo Corona Capital será la oportunidad perfecta para, sin importar el clima, agradecer su ansiada visita y su dosis de taciturno y sonriente sonido.