Cinco universitarios atractivos (el deportista, la zorra, el intelectual, la virginal y el pacheco) se establecen en una cabaña distante del bosque, toman decisiones con un criterio desafortunado y de esta manera arranca la cadena de descuartizados. Lo verdaderamente fantástico de esta premisa genérica se construye a partir de que la trama toma curvas alucinantes a trayectos que no tienen nada que ver con lo que se ha visto en Friday the 13th, Evil Dead u otros sellos familiares de esta categoría. The Cabin in the Woods se posiciona como un claro ejemplo de lo que se llama un producto hecho “por fans para fans”. En este caso esos fanboys serían el director Drew Goddard (guionista de Cloverfield, Alias y Lost) y el productor conocido como la deidad del universo geek Joss Whedon (cabeza detrás de Firefly/Serenity, Dr. Horrible’s Sing-Along Blog, Dollhouse, entre otras obras de culto). La camaradería entre Whedon y Goddard se originó cuando trabajaban en Buffy the Vampire Slayer, serie televisiva recordada por haber redefinido la imagen de la rubia despampanante en el terreno del slasher y experimentar ingeniosamente con los clichés del género. Esta figura ayudó a romper con el esquema de la mujer banal o víctima constante para dar lugar a una heroína fuerte y perspicaz que enfrentaba a sus atacantes en lugar de recurrir a la evasión. En el 2009 se reunió el dúo para nuevamente desafiar convenciones y entregar otra subversión espléndida de esas historias que tanto adoran. Por cuestiones relacionadas con la bancarrota de MGM, la película se quedó encajonada y no se pudo estrenar hasta este año. A pesar de la dificultad que representó el factor anterior, éste encajó idóneamente con el lanzamiento de The Avengers (encabezada por Whedon y con la actuación de Chris Hemsworth) y le proporcionó un campo mucho más provechoso a esta humilde producción.
La lógica interna de esta película resulta brillante pero como muchos sabrán, es tremendamente susceptible a los condenados spoilers (al punto que se recomienda ni ver el tráiler). Si son de los afortunados que se encuentran distanciados de los acontecimientos de la historia, mantengan esa posición óptima ya que se enfrentan a uno de esos casos que se disfrutan más mientras menos se sepa del mismo. Sin caer en descripciones específicas, pueden quedarse tranquilamente con la idea de que este experimento triunfa como una celebración o carta de amor al cine de terror. Los creadores de esta historia no pretenden exponer un análisis frío que deconstruya al género, sino más bien transmiten la importancia enorme que conlleva manejar este tipo de historias con respeto y significación (sobre todo ante un público que le concede un valor descomunal). A pesar de los múltiples estigmas en los que son clasificados, los fanáticos de este tipo de cine suelen ignorar los reproches y sostener esa entrega que desafía la explicación terrenal. The Cabin in the Woods se posiciona como un pequeño milagro para esos entusiastas que muy probablemente salgan con una sonrisa detonada por el recuerdo de por qué se mantienen fieles a esta corriente que veneran con tal pasión, fuente de angustias y alegrías inmensurables.