Por David Ovando/@Ovandoous
La movilidad en la Ciudad de México es uno de los temas de agenda, aunque en recientes años palpita vívidamente. Es un sector que pide auxilio constantemente tras algunas iniciativas deficientes, ya sea por la desvinculación de los gobiernos locales con respecto al federal, los recortes presupuestales o algunas iniciativas que chocan contra pared como las primeras ciclovías. Da la impresión que a las administraciones no les queda de otra para justificar presupuesto. Al final del camino no se termina de atender ni medianamente la problemática.
Lapsos de hasta dos horas donde el tiempo real es de 20 minutos, es un escenario común, costumbrista. He ahí uno de los problemas subsecuentes; el panorama de la normalidad ante algo que no lo es. El libre tránsito anulado resulta en un estrés constante en la población con necesidades de movilidad óptima.
La implementación de programas para fomentar el uso de la bicicleta es una de las aristas en las que se podría unificar esfuerzos. En cuanto a la motocicleta, ha tenido una aceptación palpable con un incremento en su uso durante los últimos tres años en casi un 90%, según cifras del INEGI. Desalentar el uso del automóvil a través de iniciativas que aborden la problemática vial con datos de raíz, quizás sea una opción para documentar a la población y poder generar acciones.
Existen cuestionamientos que podrían proporcionar coordenadas: ¿Cuánto le costaría al gobierno confinar, en cada nueva obra carretera, un carril exclusivo para bicicletas? ¿Y si tener una bici se vuelve un requisito para comprar un auto? ¿Y si hubiese más rigor en el proceso de compra de un automotor? ¿Es posible descentralizar las unidades de trabajo y recreación? ¿Hacia qué puntos de la CDMX se está dispersando más la gente? ¿En qué zonas de la ciudad se muestra un crecimiento poblacional? ¿Por qué no se mejora el transporte público? ¿Qué implicaciones tendría una posible mejora en los servicios de transporte? ¿Y sí en vías primarias se replica el sistema que utiliza metrobús y su carril exclusivo?
Se parte de la premisa básica y se posiciona al auto como el factor principal para el congestionamiento vial, por su carácter individualista. La más reciente encuesta del INEGI arroja que de los 9 millones de habitantes de la ciudad, 4.7 poseen automóvil. Teóricamente con los autos en circulación se podría transportar a la otra mitad de la población sin auto, tan solo en la Ciudad de México.
Este dato raya en lo absurdo, e indica el direccionamiento mental humano actual. El precio de la gasolina con sus niveles alarmantes aparentemente no representa un riesgo en su venta, ya que la población finca su idea en que el auto sigue siendo la opción de transporte en la ciudad.
Es por demás decir que el tráfico es parte de lo cotidiano en la Ciudad de México y aunque devalúa la calidad de vida de las persona, las cifras de compra de automotores no lo hacen: de 2009 a 2014 aumentó en un 23.1 %. Aún hay más, el factor ambiental no funge como contra peso para bajar los números. Por ejemplo, la cifra de árboles derribados para construir nuevas vialidades (no óptimas para ciclistas y transporte público), tuvo un pico en las últimas tres administraciones, con poco menos de 57 mil árboles derribados, según cifras del INEGI.
Con ello, se recae en otro problema; no solo hay saturación en vialidades sino que las áreas verdes en la urbe escasean paulatinamente. Los nueve metros cuadrados de áreas verdes indispensables para que una persona pueda ejercer un sano esparcimiento, se convierten en algo impensable. En deducción se muestra un panorama cada vez más complejo.
Desmenuzado
Se puede decir que el congestionamiento vial es el mal uso del espacio físico disponible, el cual se puede reducir con un vehículo automotor de menor tamaño; una moto por ejemplo. El uso de la bicicleta cumple con la premisa de reducción de espacio (necesario para áreas verdes), aunque suma otros beneficios; hay mejora del medio ambiente al ser un vehículo autosustentable, además de los beneficios a nivel físico en cada uno de sus usuarios.
Los detractores de la bici
Señalan excesivo tiempo de traslado, aunque estadísticamente el tiempo en bici hoy día es igualado por el congestionamiento existente. Otro punto, son las pocas vías disponibles para viajes más largos (aunque existen vías alternativas), además del poco respeto entre automovilistas, motociclistas y los propios ciclistas.
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Es evidente que se tiene que poner en marcha un plan de acción, cada ciudadano desde su trinchera, aunque surte mejor efecto muestreando el volumen de afectados. El éxito de las iniciativas ambientalistas se basan en la participación colectiva, pues la mayoría de veces emergen de ciudadanía a gobierno. Para llegar a la acción se tiene que echar un paso atrás, hacer conciencia del problema, analizar y comprender la gravedad del mismo, pues el congestionamiento vial es sólo una de las puertas hacia un problema más grande: el deterioro ambiental.
