Hablar de la relación entre música y cine es remontarnos prácticamente a los orígenes del sonido en el séptimo arte con cintas míticas como El cantante de Jazz (Alan Crossland, 1927). No es gratuito que después de 32 años de desarrollo de un incipiente medio de expresión que buscaba su propio lenguaje el argumento de la primera cinta con audio se basara en un exitoso musical de Broadway.
Ha llovido mucho desde aquellos primeros escarceos entre cine y música pero hoy la relación que existe entre ambos provoca lo mismo acalorados debates que exitosas colaboraciones.
En este divertido camino que, en nuestros días más que nunca se mueve en ambos sentidos, las imágenes a 24 cuadros por segundo reciben con júbilo e interés a los grandes talentos de la música contemporánea que con su arte las enriquecen.
Así, un multifacético compositor e instrumentista nacido en Brest a inicios de los 70, y que lo mismo se dedicó a la chanson que al rock sin renunciar a sus orígenes clásicos aprendidos en años de estudios en conservatorios, se convertiría en la gran sensación de las bandas sonoras globales. Su nombre: Yann Tiersen.
Creador de soundtracks tan memorables y populares de super éxitos globales como Amélie (Jean-Pierre Jeunet, 2001) o Good Bye Lennin! (Wolfgang Becker, 2003), Tiersen es también un prolífico músico y productor responsable de 10 álbumes de estudio.
De esas dos facetas, y de una basta obra confeccionada a lo largo de una brillante y prolífica carrera dará cuenta Tiersen en dos conciertos de su Infinity Tour los próximos días. El primero en el teatro Diana en Guadalajara el 17 de noviembre y el segundo en el Teatro Ángela Peralta el 18 del mismo mes en la Ciudad de México.
Dos citas imperdibles para los que gustan de la música, el cine y su eterna y apasionada relación.
@elmoremoreno
https://www.youtube.com/watch?v=btei-QimJAQ