Café Tacvba o cómo la chilanga banda democratizó a la música
Pasaron 14 años para que la banda oriunda de Ciudad Satélite, Café Tacvba, subiera de nuevo de un escenario Cervantino. Y no podía haber mejor pretexto, que los festejos por la quincuagésima edición de este festival.
Desde temprano se podía ver a los fans apartando lugares para asegurar un sitio en el concierto. Las calles aledañas al recinto fueron cerradas y se colocó una pantalla gigante para quienes no tuvieran suerte de alcanzar uno de los 5 mil lugares que se designaron para el recital.
Cerca de las 20:00 horas, no cabía un alma dentro de la Alhóndiga de Granaditas, incluso fue posible ver a vecinos asomados en sus ventanas y postrados en azoteas convertidas en palcos VIP.
Puntuales a la cita y notablemente emocionados, Enrique Rangel, Rubén Albarrán, Joselo Rangel y Emmanuel del Real dieron la bienvenida a su público con la interpretación de “María”, seguida de “Diente de León”, “Trópico de Cáncer”, “El metro”, “El ciclón”, “La Chica Banda” y las “Las Flores”, tema en el que los asistentes levantaron las manos para recrear un campo lleno de flores.
“Qué alegría para nosotros estar en este escenario, que es ya un clásico”
Fueron las palabras de Rubén que no dejó de saltar e interactuar con el público en todo momento. Un recorrido musical que dio cuenta de su trayectoria, con nuevas adaptaciones e incluso versiones que hemos podido apreciar en álbumes acústicos.
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“La muerte chiquita”, “La olita del Altamar” y”Futuro” fueron acompañadas de la Banda de Viento Bronces de Oaxaca, para posteriormente integrarse la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Guanajuato y rendir homenaje a José Emilio Pacheco con “Las Batallas/Raratonga”, “Esa Noche” y Mediodía” en tanto desde las calles y a la distancia se escuchaba el ya clásico “oe, oe, oe, café”.
Una simbiosis sonora entre los tacubos, la orquesta y la banda de viento, que de forma orgánica se conjugó en una sola gran banda de más de 30 elementos en escena, continuaron su camino por temas clásicos como “Chilangabanda”, “Volver a Comenzar”, “El puñal y el corazón”, “Aviéntame”, entre otras…
La energía de la gente era fácilmente perceptible, tanto, que Rubén dedicó varios momentos a tratar de hacer fluir dicha energía hacia el resto de los músicos en el escenario.
“Quiero ver”, “Eres” y “El baile y el salón” encaminaron el final del concierto. Ya sin la orquesta y la banda de viento, regresaron al escenario los tacubos, que esta vez se hicieron acompañar de un dúo de jóvenes soneros huastecos para terminar la noche de una forma pletórica.
En esta ocasión la "chilangabanda" nos demostró que la democratización de la cultura, no solo es posible, sino necesaria, en la que una Orquesta Sinfónica se unió con una Banda de Viento y una banda de rock, sin estatus alguno.
Después de tantos años, los tacubos se siguen atreviendo a promover, divulgar y conservar las diversas expresiones artísticas y musicales del país, y hoy más que nunca se nota su libertad creativa, que deja a la polémica reciente de lado y puede presumir diciendo:
“Transando de arriba abajo, ahí va la chilanga banda, chinchín si me la recuerdan, carcacha y se les retacha”
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