¿Por qué, Cristiano? ¿Por qué nos das tanto de qué hablar? 28 goles en lo que va de la liga y líder de la competencia, campeón de Champions League, campeón de Copa del Rey, campeón del Mundial de Clubes, Balón de Oro. Hasta ahí todo estaba bien. Los medios ya nos habían llenado de imágenes tuyas, aunque aún dentro del límite. Pero tu grito exagerado, tu prepotencia, tus golpes de hoy y limpiar el escudo de Campeón del Mundo después de ser expulsado te pusieron en todos lados: Twitter, Facebook, sitios de los diarios y mañana seguramente en los periódicos (incluso estás aquí, invadiendo mis letras).
Después de esto comenzaron las dudas, los comentarios en tu contra, las pregunta de si acaso merecías el Balón de Oro, la inevitable -y ya inaguantable- comparación con Messi, las palabras de justificación de tus fanáticos ciegos, la criminalización inmediata de quienes te odian y tantas cosas más. Qué hartante. ¿Por qué, Cristiano? ¿Por qué todo lo bueno que tienes de fútbol lo manchas con esta actitud? Finalmente lo entiendo: ¿quién sería CR7 sin su sello característico, sin su sonrisa burlona, sin sus festejos exagerados, sin esa playera siete tan polémica, tan ganadora? Podré detestar tus gestos y a la vez admirar tus regates, tus goles. Así eres, Cristiano. Tan admirable y tan detestable. Así eres tú y así es el mundo del fútbol.
Por cierto, aceptamos tus disculpas. Pero, por favor, que no se repita.
Edmundo Romero