Según el psicoanalista francés Jacques Lacan, el deseo no puede ser satisfecho. La explicación formal puede tomar hasta veinte tesis de doctorados (o mucho más), pero quedémonos con la frase para construir una reflexión. Es cierto que todos aspiramos. En algún momento de nuestras —desde pequeños con el juguete con el que perseguimos a nuestra madre por todo el centro comercial hasta que nos lo compra, o ya mayores con las peticiones de salidas que muchas veces son negadas— todos deseamos cosas. Y nadie negará que esa sensación, es una pulsión fortísima, una piedrita en el zapato que, cuando no se cumple, frustra el mucho o poco bienestar emocional. No obstante, cuando deseamos, ¿en realidad queremos eso? Cuando logremos dicha petición, ¿nos sentiremos mejor?
Hace diecinueve años, aquel carismático baterista de Nirvana decidió seguir haciendo canciones. Nombró Foo Fighters a su proyecto y él —Dave Grohl— tocaba todos los instrumentos. Después de recibir cierta rotación en la radio, decidió formalizar la banda y comenzaría la historia de la agrupación que ha hecho éxitos como “All My Life”, “Best of You”, “The Pretender” y, por supuesto, “Everlong”. Y durante diecinueve años, nunca habían venido a México.
Los rumores son poderosos. Durante los últimos cuatro años, siempre existió el rumor de una visita de los Foo Fighters, pero cuando ya se les sentía entre las manos, se esfumaban las posibilidades. Y el deseo iba en aumento. Hordas de fans que pedían por todo medio posible que la visita de los Foo Fighters se hiciera realidad. Sí, el mismo principio del juguete o de las salidas. Así como cuando se pensó que Radiohead jamás regresaría a la Ciudad de México, así se llegó a pensar que Dave Grohl y compañía jamás debutarían en el país.
No obstante, la historia sería otra. Foo Fighters anunciaron una fecha en el Foro Sol y se acabó en poco tiempo. Al fin era hora de pagar el juguete, de encaminarse a la fiesta. El mexicano tendría a su ídolo en un mismo foro. ¿Qué fervor despiertan los Foo Fighters? ¿La única posibilidad de estar lo “más cerca” posible de Kurt Cobain? ¿La nostalgia de aquellos años en que Seattle estaba a la vanguardia musical? ¿Las ganas de reír con las caras y bromas de Dave Grohl? ¿La irreprimible pulsión de querer cantar “Best of You” en vivo? ¿O, quizá, podamos hablar de un deseo inexplicable —motivado por la imposibilidad— que queríamos satisfacer?
En una época en que el país vive turbulentas reformas y aumentos de precios —específicamente el del Metro—, y se celebra a la Virgen de Guadalupe, los Foo Fighters tocaron por primera vez para sus muchos fans mexicanos, parecería un intento de cortina de humo chilango, pero tal vez sólo coincidieron las fechas. Aún así y dejando de lado la observación, sólo la post-reflexión dirá si valió la pena la espera y el espíritu descansa, o sea verdad que la visita se convirtió en ese deseo inalcanzable que nunca podrá ser satisfecho.
Texto escrito para Publimetro del 13 de diciembre del 2013