Ahora mismo hay mujeres escapando y otras que van llegando
El lugar común que representa la frase “El sueño americano”. A pesar de las condiciones adversas a las que se enfrentan los migrantes en Estados Unidos, cuando uno oye esta frase automáticamente imagina un mejor mundo: uno lleno de colores y nuevos sabores, en donde caminar sea una actividad normal y no una donde el objetivo sea escapar.
En el sueño americano el objetivo consiste en escapar: huir de lugares, situaciones y personas, situaciones que no se quieren vivir más. Pero, ¿qué sucede cuando se escapa y nada cambia? Cuando en el trayecto se sufre sin siquiera poder llegar al destino final.
Actualmente México es considerado un lugar de destino para los migrantes centroamericanos. Mujeres y hombres que, en su mayoría, vienen del triángulo norte: Honduras, Salvador y Guatemala, países con niveles extremos de pobreza y violencia. En esas zonas de Latinoamérica hay carencia de dinero y alimentos y gran variedad de armas y pandillas que controlan la vida: la combinación perfecta para escapar y, a pesar del dolor, abandonar a la familia.
Abandonarlos para irse al norte, pero no muy lejos: a México. Chiapas es el lugar que eligen las personas que buscan una nueva vida. En esto de abandonar la casa entran todos, desde los obreros que pasan horas en el calor de las máquinas, hasta las amas de casa que desde hace mucho lo del gasto no les alcanza. Adolescente y niñas que, como lo demuestra el informe “Criminalización de Mujeres Migrantes, Análisis de seis casos en la Frontera Sur”, son jóvenes en edad productiva y reproductiva, con altos niveles de analfabetismo o pocos años de escolaridad acumulada. Es decir: mujeres con una alta probabilidad de ser vulneradas no solo en su país, sino también en México.
En este informe, publicado por el Programa de Asuntos Migratorios de la Universidad Iberoamericana, el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez y el Centro de Derechos Humanos Fray Matías de Córdova, los datos son terribles. En el 2010 de la población extranjera en Chiapas el 55% correspondía a mujeres, de las cuales, el 66% venía de Guatemala, mientras que de Honduras un 11% y del Salvador un 6%.
En aquel año, más mujeres abandonaron su país y su familia buscando nuevas “oportunidades”, pero, cuando se revisan las estadísticas, la realidad es muy distinta. La oferta laboral para estas mujeres se reduce a opciones de las que vienen huyendo: el trabajo agrícola, la industria del sexo y del entretenimiento y los trabajos domésticos, con las tres áreas en donde se concentra un “nuevo camino” para ellas.
Cientos de miles de mujeres que huyen de su realidad lo hacen, en gran parte, por las condiciones laborales a las que se enfrentan en su país. La falta de contratos, los salarios bajos y las jornadas extenuantes, las orillan a que, de un día a otro, se conviertan en migrantes. Tal vez, sin saber, que en Chiapas serán explotadas y maltratadas.
Si hablamos de tareas agrícolas, la mayoría se enfoca al corte de café y la selección de frutos, ganando de 60 a 75 pesos diarios, durmiendo en tablas de madera a las que llaman “Galleras”. Las mujeres que se dedican o son reclutadas en la industria del sexo, coinciden en varios puntos: tienen entre 18 a 33 años, enfrentan situaciones de violencia de forma cotidiana, tienen un salario bajo y un elevado consumo de alcohol y drogas, por no hablar del estigma con el que cargan frente a los ojos de las demás personas.
La conclusión es clara: a diario, decenas de mujeres centroamericanas abandonan su casa. Deciden escapar para luego encontrar una realidad distinta a la que esperaban. En su país y en México, no existen condiciones dignas para llevar la vida. Ahora mismo hay mujeres escapando y hay otras que van llegando, los dos casos, son la muestra clara de que algo no está bien.