Como en México, pero en Nueva York
Tuve la fortuna de despertar un domingo de elecciones federales en medio de Nueva York. A pesar de lo seductor de salir a perderme en Central Park, decidí hacer caso a mi deber ciudadano y acudir al voto. Llegué al consulado de México a las 7 de la mañana y ya se veía una fila no muy grande, pero había gente esperando. Conforme se acercaba más la hora de apertura del consulado ( las 10 de la mañana) la fila comenzó a crecer. Para esa hora ya daba vuelta a la manzana, y con el paso de las horas, se extendió por múltiples cuadras. Para que tengan una idea, el consulado se encuentra en la calle 39 y había una fila que llegaba hasta la calle 36. Había muchísima gente.
El consulado abrió a las 10:30 de la mañana, pero el proceso iba muy lento. Yo terminé pasando casi hasta las 2 de la tarde; estuve bastante tiempo formada para poder votar. Las indicaciones eran claras: entrabas, enseñabas tu INE, te registraban y ahí te decían por qué podías votar. Te informaban, por ejemplo, que podías votar por presidente, senador, diputado, etc., dependiendo de tu lugar de origen. Te daban una tarjetita y número de casilla. Llegabas a una máquina donde había que insertar la tarjeta y te aparecían todas las opciones; solo tenías que marcar tus elecciones.
Al finalizar, salía un número de registro. Regresabas la tarjeta a la mesa, te devolvían tu INE y te marcaban el dedo. En sí, este proceso duraba menos de 5 minutos; fue mucho mayor la espera que estar en el consulado. Lo que más me llamó la atención fue la cantidad de gente que llegó a votar. Creo que ni los del INE, ni los del consulado esperaban tanta afluencia. Al salir, me dijeron que la fila llegaba hasta la calle 34.
Mi experiencia votando aquí en Nueva York fue muy interesante. Me dio mucho gusto ver a tanta gente votando, y me dio la impresión de que sí les importa el país. La gente siempre fue muy amable. Destaco mucho el famoso espíritu mexicano. Las personas que estaban detrás de mí comenzaron a hacerme plática y sentí una especie de hermandad mexicana. Se traían café entre ellos y compartían. Además, la gente estaba regalando agua y otras cosas. Me sentí como en México entre tanta amabilidad.