Inventar la vida para poder vivirla: Carlota Gaviño y El Perro del Hortelano
En Amar por ver amar (o recuperar lo perdido), la actriz y directora española Carlota Gaviño reinterpreta El perro del hortelano de Lope de Vega desde una mirada íntima y contemporánea, donde la ficción se convierte en un acto de memoria, esperanza y alegría tras la pérdida.

La obra nace de una necesidad íntima: la de transformar el duelo en alegría. Carlota Gaviño, la actriz y creadora, confiesa que el impulso inicial surgió tras la muerte de su padre.
“Esta pieza pretende celebrar la alegría y celebrar la posibilidad de la alegría incluso después de que pasen cosas muy tristes”.
Aunque se presenta bajo la estructura de una conferencia, la pieza es en realidad una comedia que celebra la posibilidad de la felicidad incluso en los momentos más oscuros. Detrás de su aparente formalidad se esconde un homenaje al gozo, a la memoria y al poder del arte para reconstruir lo que se rompe.



El proceso creativo tuvo su propio recorrido emocional y lingüístico. La artista escribió primero la obra en inglés, buscando una distancia que le permitiera narrar su historia sin quedar atrapada por el dolor. Esa traducción (literal y emocional) se convirtió en parte esencial del montaje: una exploración sobre cómo el lenguaje puede protegernos, y al mismo tiempo, permitirnos mirar de nuevo aquello que nos hiere. Solo después de un año logró representarla en español, cuando finalmente se sintió lista para enfrentarse al relato desde su lengua madre.
“La escribí directamente en inglés, porque había algo de la distancia que me generaba el idioma que me permitió tomar un poco de aire entre yo y la historia”.






El formato de “conferencia escénica” rompe con las convenciones del teatro tradicional. No hay un interlocutor en escena, sino una conversación viva con el público. Cada función es distinta, porque la obra solo cobra sentido en presencia de los espectadores. Esa relación directa convierte cada función en un acto irrepetible, casi ritual: el público no solo observa, sino que participa del relato, responde, se ríe y acompaña.
“Mi interlocutor es en realidad el público todo el rato… las escenas no las hago con mis compañeros, las hago con el público”.



El tema central (la pérdida y la reconstrucción emocional)se entrelaza con una reinterpretación de El perro del hortelano de Lope de Vega. La actriz se inspira en la idea de que Lope escribió la obra poco después de la muerte de su hijo, como una forma de sobrevivir al dolor. De ese eco histórico surge un diálogo entre el pasado y el presente: la artista encuentra en la ficción clásica una vía para sanar, demostrando que los textos antiguos siguen hablándonos cuando los atravesamos con nuestras propias biografías.

Al final, la ficción se revela como un acto de supervivencia. Para la autora, el teatro sigue siendo un espacio donde se inventan futuros posibles, donde se ensaya la esperanza frente a un mundo saturado de guerras, pérdidas y desencanto. Aunque la obra es pequeña en artificios (casi desnuda), confía plenamente en el poder del encuentro: en el escenario, entre luces y sombras, los cuerpos inventan una vida nueva. Y en ese gesto, el teatro demuestra que su aparente inutilidad es, en realidad, su mayor fuerza.
“El teatro es un lugar donde recuperar la esperanza y donde imaginar otras posibilidades… nos tenemos que inventar nuestra vida para poder vivirla”.

Amar por ver amar (o recuperar lo perdido) es una obra española creada por Carlota Gaviño, a partir de El perro del hortelano de Lope de Vega, y dirigida por Íñigo Rodríguez-Claro con la compañía Grumelot.
Se presentó los días 11 y 12 de septiembre en el Salón de Danza del Centro Cultural Universitario, dentro del 32° Festival Internacional de Teatro Universitario (FITU) de Teatro UNAM.
