John Golding: De ninguna parte y de ningún estilo

John Golding: De ninguna parte y de ningún estilo

Por: Pamela Valadez

La primera vez que vi la  obra de John Golding sentí como si estuviera viendo un desfile de pinturas hechas por distintas personas en eras completamente diferentes. Sin embargo, en este caso todas se hicieron por la misma mano. Persiguen un verdadero deseo de expresión y son el resultado de un inmenso proceso de experimentación. Cuando quise saber más sobre Golding y su larguísima y obsesiva trayectoria, me encontré con que hay muy poca información sobre él. 

El historiador del arte, docente y curador Christopher Green fue su alumno, colega y amigo. Tuvo el raro privilegio de asistir a su estudio un par de veces para conversar de todo menos de pintura y en un breve texto que redactó para la British Academy declaró erróneamente que su mentor nació en la Ciudad de México. En realidad, John Golding nació en Hastings, en el condado inglés de Sussex; aunque Chavela Vargas dijo en su momento que los mexicanos podían nacer donde se les diera la rechingada gana. 

John Golding no era mexicano, aún cuando la familia lejana de su madre se estableció en México durante el siglo XIX y él creció durante una buena parte de su infancia en territorio mexicano. Fue y vino, vivió en Canadá mientras estudiaba pintura en la adolescencia y cada vez que podía, se escapaba a Nueva York para perderse en las colecciones del Museo de Arte Moderno. Cuando se graduó de la licenciatura trabajó brevemente como diseñador de escenografía y luego comenzó un posgrado en Londres. En 1953 vio una exposición de cubismo en el Musée d’Art Moderne de París y el tema se convirtió en el proyecto de su tesis doctoral. Golding pudo entrevistar al dadaísta Marcel Duchamp en una de sus visitas de investigación al MoMA y, de acuerdo con la John Golding Artistic Trust, su tesis, publicada como libro en 1957, recibió la aprobación en vida de los dos cubistas más importantes: Pablo Picasso y Georges Braque. 

Durante un tiempo muy breve antes de comenzar su posgrado, Golding regresó a la capital mexicana como docente y volvió a regresar tras graduarse. A muy temprana edad había conocido a otros artistas extranjeros, exiliados europeos en México como Leonora Carrington y Wolfgang Paalen. También conoció a Luis Buñuel, a Octavio Paz, a Juan O’Gorman y a Diego Rivera. Se familiarizó con la obra de José Clemente Orozco, que sería una de sus más grandes fuentes de inspiración. Después de 1953, comenzó a ganar reconocimiento como artista y logró exhibir en México junto con Carrington, Francisco Toledo, Rufino Tamayo y Gunther Gerzso, con éste último entablaría una gran amistad.

Golding refleja en su obra un espacio en el mundo para el hombre que no es de ningún lugar y el estilo de su producción plástica se caracteriza por su enorme evolución, no en el sentido de mejora, sino como un cambio que da origen a algo nuevo en el tiempo. 

Muchas de sus piezas realizadas en los años cincuenta se incrustan fuertemente en un estilo que se definía como mexicano y que obsesionó a los surrealistas exiliados. Su Seated Female Nude y algunos grabados de 1954 como Mother and Child o sus Mercados podrían pasar por bocetos de Rivera o de Siqueiros. 

Ananias (Homenaje a Orozco), por Jonh Golding, 1959

Con el cambio de década inauguró lo que él mismo llamó su etapa de “pinturas negras”, que esbozan figuras esqueléticas y míticas contrastadas con lienzos oscuros. En algunas encontramos destellos de blanco, de rojo apagado o gris, y en otras, el inquieto trazo del carboncillo rompe con el color marfil del papel.

Europa por Jonh Golding , 1961-2

De su oscuridad contrastante transitó a lienzos increíblemente texturizados, con colores mezclados con arenisca, y en algunas de mis piezas favoritas como Figures in a landscape (1961) y Small Totem Group (1962), la luz aparece casi como si se colara por pequeños resquicios en la tela, formando figuras y contornos. 

Fiel a su admiración por los cubistas experimentó con el collage y siguió su propio camino hacia la abstracción como búsqueda de la verdad absoluta y trascendental; la misma que buscaban algunos de los artistas de las vanguardias de la primera mitad del siglo XX como Malevich, Kandinsky o Mondrian. En esta época sus obras alcanzaron composiciones completamente geométricas y luminosas, cubiertas de bloques sólidos de color brillante que no tenían nada que ver con su obra anterior. 

La razón que dio para este cambio radical en su lenguaje expresivo fue que su trabajo estaba volviéndose demasiado autobiográfico y, en sus propias palabras, “corría el riesgo de convertirse en un ejercicio psicoanalítico”. A pesar de esto, algunos rasgos en sus piezas, como la luz y el tratamiento del cuerpo, se mantuvieron constantes. 

H. 12 (Danae) por Jonh Golding, 1982

En su obra más temprana Golding representaba el cuerpo sobre sus lienzos. Luego, su cuerpo era afectado y manipulado por su acción al ser atravesado por líneas afiladas. Se presentaba empastado, texturizado, y recubierto con capas y capas de óleo y acrílico que se asemejaban, según lo describe Green, a verdaderas capas de piel. La luz, por otro lado, siempre jugó un papel muy importante en todas sus composiciones, ya fuera creando contrastes entre el espacio iluminado y otro ensombrecido o constituyendo experimentos sobre cómo esta interactuaba con los objetos y el color, delineándolos y revelándolos. 

Sus enormes saltos de un estilo a otro no fueron cronológicos ni excluyentes. Su obra reflejaba la curiosidad por la experimentación sumada a la importante actividad literaria que le otorgó reconocimiento. Sin embargo, su verdadera vocación era la pintura. Cuando se trataba de su “yo” pintor, se disociaba completamente de su “yo” escritor e historiador del arte como si se tratara de dos personalidades distintas. Como si el nómada John Golding también se encontrara en la frontera entre sus dos dimensiones y estuviera transitando de una a otra todo el tiempo.

A pesar de su intenso trabajo académico, que le valió el premio Mitchell de historia del arte por su libro Paths to the Absolute (2000), quería ser recordado como artista. Y era, en mi opinión, un gran artista. Lamentablemente, para ver su obra hay que viajar al extranjero, pues casi toda está repartida en colecciones públicas de Inglaterra y Estados Unidos. La John Golding Artistic Trust en línea es un buen lugar para curiosear y encontrar un importante archivo de toda su producción plástica. Ahora que he descubierto a Golding sólo puedo imaginarme lo impactante que sería estar frente a frente con una de sus pinturas negras mientras convive, de manera casi cómica, con lienzos cubiertos de color puro y resplandeciente. 

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