"El Eco" de Tatiana Huezo: Lo maravilloso (y triste) de lo cotidiano

"El Eco" de Tatiana Huezo: Lo maravilloso (y triste) de lo cotidiano

La noche ya había caído, llovía con esas gotas gordas y sonoras que solo suceden en el campo, me encontraba dentro de un pequeño refugio hecho de tablas de madera que tenía un anafre en el cual hervía en manteca de cerdo unas chalupas con salsa verde y roja. Los olores de esos manjares se mezclaban con el aroma del café de olla. En mis manos una tacita de este líquido me calentaba las manos mientras mi abuelo platicaba con la señora que cocinaba. Este es uno de los recuerdos que más aprecio entre mi abuelo y yo, tal vez tenía nueve años (o algo así), estábamos en un pequeño pueblo de Tlaxcala siempre lastimado por el sol que arde y el frío que quema.

Desde el momento cero de la película de El Eco (2023) de Tatiana Huezo, los sonidos de los perros, la lluvia y el relinchar de los caballos te hacen oler la tierra mojada y sentir el viento frío. Te sitúan en el campo del centro del país. El poblado de El Eco en Puebla es mostrado en una película y el recuerdo en Tlaxcala en mi memoria, comparten olores, clima, animales y familia negociando por la subsistencia.

Huezo regresa al documental después de su última película de ficción llamada Noches de fuego (2021), en esta ocasión se sumergió en esta comunidad de Puebla para retratar las relaciones entre nietas y abuelas, esposas que sostienen la siembra y el trabajo de cuidados casadas con hombres que se van por meses a construir edificios y duermen en estacionamientos, niñas que le dan clases a sus peluches y perros que corretean ovejas. El centro del filme son las infancias, niñas y niños que intentan jugar mientras trabajan en el campo, la casa y la calle; que enseñan sobre las ondas sonoras a sus compañerxs en la escuela al mismo tiempo que hablan de su futuro que se avista que llegará muy pronto porque como dice Huezo en el campo las infancias tienen muy poco tiempo para ser niñxs, deben crecer muy rápido.

La directora en entrevista con Ibero 909 relató: “Yo viví en el campo, tal vez de los cuatro a los diez años viví entre vacas y borregos. Una mujer campesina nos cuidaba porque mi mamá salía a trabajar fuera y a veces nos dejaba semanas”.

Tatiana Huezo durante la filmación de El Eco

 Gracias al sistema del Consejo Nacional de Fomento Educativo (CONAFE), el cual se dedica a impartir educación básica comunitaria en espacios rurales fue que Huezo encontró a las familias con las cuáles se vinculó durante cuatro años. Al ver el documental comprendemos que lxs niñxs de mayor edad le enseñan a sus congéneres más pequeños a través de tutorías, entonces, aquel juego de la niña enseñando a sus peluches es una práctica para compartir con sus compañerxs.

“El sentido de comunidad es algo que sentí y permea en todos los personajes”, dice Huezo y además, cuenta que “es una película donde vemos como hay un cuidado por el otro. Es la nieta que cuida a la abuela que la acompaña, que le platica, que se vacilan”, probablemente una de las escenas con mayor ternura es ver a esta nieta que baña a su abuela, que le dedica un poema en la escuela y que la intenta convencer de tomar el atole que sirvió en una pequeña taza.

Así este documental es una secuencia de estos momentos, acciones de lo común: comer, hablar, reír, labrar… enmarcadas en secuencias de imágenes donde las sombras crean quimeras, los relámpagos interrumpen el juego y la trayectoria de las ovejas parecen crear una gran escena de guerra. Huezo irrumpe las fronteras entre el documental y la ficción al establecer encuadres que toman la patas de las ovejas en movimiento, líneas de luces que irrumpen los rostros y árboles que bailotean con violencia. Así, no sólo muestra los gestos cotidianos de estas infancias y sus familias, sino que también los elementos naturales se despliegan en sus volubles temperamentos.

La directora acepta que los dispositivos filmando provocaban situaciones o conversaciones pero que no había ninguna directriz sobre el tipo de reacciones que muestran los personajes: “La fuerza de esta película es que son sus palabras, sus propios diálogos, sus conversaciones, sus hechos y situaciones cotidianas. La otra herramienta era estar muy atentos a lo que sucedía y las reacciones inmediatas e instintivas de los personajes y poder atraparlas. Rodábamos muchas horas al día y muchos planos al día”.

Así nos recuerda la directora que el cine, documental y ficción, le debe su resultado al montaje, al lograr que momentos que duraron horas se sinteticen en algunos minutos y el proceso de acompañar la vida de estas familias de cuatro años termina en una película de una hora y media. “El cine es eso. Y está construido con miradas, con silencios y con el sonido reconstruido para contar un instante de la vida con acciones y reacciones”.

El cine, aunque documental, es una ficción del acomodo en escenas y en este caso, la imagen es alimentada por la vida afectiva y material de estas familias. Infancias que intentan arrebatar al tiempo las mayores posibilidades para seguir jugando y a la vez, negocian con las carencias que desean detener. No olvidaré uno de los diálogos en los cuales una chica le comenta a otra que quiere ser soldado para ganar dinero y le pregunta a la otra si también le gustaría ser militar, a lo cual contesta: “No, yo le huyo a la muerte “ y después relata como unos militares secuestraron a una joven en el pueblo vecino. Tal respuesta te deja helada ante la conciencia de la cruenta realidad y la continua lucha por recovecos del disfrute de una comida o corretear por los campos de flores.

El Eco son historias sobre lo común, Huezo menciona que creyó que nadie le interesaría la película pues no es sobre grandes sucesos. Sin embargo, lo maravilloso de esta película es que su supuesta nimiedad en realidad enfatiza lo más extraordinario y triste también, el paso del tiempo sobre las vidas humanas y no humanas. Yo pude oler el café de olla, las chalupas y escuchar la voz de mi abuelo en tan solo los primeros minutos del filme y después, todo lo que vi ahí en cierto sentido me recordó lo que significa que la vida pase a través de nosotrxs.

El Eco se muestra en el Festival Ambulante puedes checar las proyecciones aquí.

También te invitamos a escuchar este programa especial de El cine y… en el cual podrás escuchar la entrevista a Tatiana Huezo.

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